Esta rica mitología arroja luz sobre el simbolismo de las ceremonias rituales que ocurrían aquí en el Altar del Rey (Outeiro de Rei) durante los dos solsticios, en invierno y en verano.
Los dos príncipes del pueblo Coporo presidían desde el altar del rey, las ceremonias de los solsticios. Las dos piedras gigantescas probablemente aluden a los dos príncipes nativos que firmaron la pax romana con Augusto.
Este era un santuario para llevar a cabo una ceremonia de renovación del ciclo de la naturaleza y de invocación a Cibeles -madre de todos los frutos-.
Para pedir abundancia en la próxima cosecha, sacralizar el territorio de las Tierras del Miño y su afluente local -el río Ladra- y bendecir y desear buena salud, larga vida y proteger de sus enemigos a los habitantes. Antes de la dominación romana, la ceremonia adoraría seguramente a una de las muchas Madre Tierra o Pachamamas que en el mundo han sido...
Como pudimos apreciar al amanecer, el sol se ayunta con la tierra y la fertiliza. Vence la oscuridad y a partir del solsticio de invierno los días se van haciendo más largos hasta llegar a su clímax en el solsticio de verano.
La tierra fecundada por el sol entra hoy en un proceso de gestación que hará eclosión en la primavera y se extenderá todo el verano.
Probablemente la costumbre de formular deseos y plantearse nuevos objetivos para el siguiente año provenga de estos antiquísimos rituales, realizados por los pueblos agrícolas desde el neolítico.
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