Sólo pueblos apegados a la tierra, estrechamente vinculados con la naturaleza y de una elevada espiritualidad, podían celebrar ceremonias tan alegóricas como las que se realizaban aquí en Penas de Rodas.
La misión de toda esta liturgia y su simbología era dar sentido a la vida de los hombres y mujeres de estos tiempos. Dotaba su vida de una perspectiva y una finalidad que iba más allá de su limitada existencia. Les daba un amplio espacio para el desenvolvimiento de la personalidad y les permitía una vida plena de verdaderas personas.
Esa sensación de que la existencia tienen un significado más amplio es lo que eleva a las personas más allá del mero ganar y gastar. Si el hombre carece de esa sensación, se siente perdido y desgraciado. O como decimos hoy: se siente ansioso, deprimido y confuso.
Porque desde siempre sabemos que el hombre necesita ideas y convicciones generales que le den sentido a su vida y le permitan encontrar un lugar en el universo.
Podemos soportar las mayores penalidades si estamos convencidos de que sirven para algo. Y nos sentimos aniquilados cuando, en el colmo de las desgracias, pensamos que nuestra vida no tiene ningún sentido o somos presa como ahora del nihilismo de nuestros tiempos.
Aunque siempre anhelamos volver a la mítica Edad de Oro o al Paraíso donde todo se provee en abundancia y un dios o político poderoso, grande, justo y sabio gobierna el jardín de infancia de la humanidad, la realidad es muy distinta.
La vida del hombre es un campo de batalla. Siempre lo fue y siempre lo será. Y si no fuera así, la existencia llegaría a su fin.
Estas ceremonias simbólicas que se celebraban ante las Piedras de los Círculos proporcionaban inmunidad psíquica y mental frente a las adversidades de la vida. Inmunidad que ha perdido el hombre de nuestros tiempos, que se siente impotente, vencido, temeroso de un futuro incierto y prisionero de una vida sin sentido.
Esas ceremonias preparaban la psiquis y la mente para el siguiente ciclo vital, marcado por las estaciones. Fijaban los objetivos a lograr, alineaban los niveles neurológicos, dotaban la vida de las gentes de dirección y sentido... y eran la mejor prevención contra la ansiedad y la depresión.
Desde este magnífico escenario de Penas de Rodas y al inicio del solsticio de invierno de 2021, os invito a recuperar el sentido de la vida, a poner orden en la mente, a dejar de rumiar el dolor y la frustración del pasado y a quedarnos con lo que aprendimos de la experiencia. A perder el miedo que siembran los medios de manipulación de masas y a tomar las riendas de vuestra vida.
Os invito a construir vuestro futuro y a confiar en vuestras propias fuerzas. Tenéis los recursos para salir adelante. Elaborad un plan. No permitáis que os roben el futuro..
Feliz Navidad y próspero año para todos.
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