29.3.22

Las cuatro creencias que cronifican la ansiedad y la depresión e impiden su superación


Lo que la gente cree sobre su ansiedad o depresión se constituye en un sistema de creencias que puede ser limitante o facilitador para superar el estado. Poco caso se le hace a este aspecto que suele ser crucial para salir de las garras de la ansiedad y la depresión o para hundirse más en el pantano.

Entre las creencias limitantes hay cuatro que frenan prácticamente la posibilidad de superar la situación. Son ellas:

- La creencia de que los los psicofármacos son imprescindibles o curan la ansiedad y la depresión.

- La creencia de que hay que aprender a vivir con la ansiedad y la depresión.

- La creencia de que la ansiedad y la depresión son trastornos y enfermedades mentales y que los que las padecen están enfermos.

- Y la creencia de que la ansiedad y la depresión son asuntos de médicos, psiquiatras y psicólogos.

Además de ser rotundamente falsas, estas cuatro creencias son las responsables de que la ansiedad y la depresión se extiendan año tras año, se cronifiquen en el tiempo, incapaciten a los que las padecen por mucho tiempo y que se desarrollen comorbilidades y enfermedades diversas como efecto secundarios de los psicofármacos.

Y lo que es peor, los psicofármacos producen anestesia emocional, falta de concentración, mareos y debilidad general y bloquean los procesos mentales de la atención, pensamiento crítico y voluntad que son cruciales para el procesamiento de lo que nos ocurre.

Al estar dopado, el ansioso o depresivo no puede usar sus propios recursos de experiencia y procesamiento de los datos de su situación.

Al creer que están enfermos y que tienen que aprender a vivir con la ansiedad y la depresión, adoptan una actitud pasiva, resignada y victimista que conduce al estancamiento.

Al creer que su problema es un asunto sanitario, asunto de médicos, los ansiosos y depresivos se privan de muchos tratamientos que existen y está probado que funcionan.

Estas cuatro creencias se difunden sistemáticamente desde el sistema sanitario, los medios de comunicación y redes sociales y desde los aparatos de marketing de las empresas farmacéuticas.