8.11.18

La Declaración de París: Una Europa en la que podemos creer

Sir Roger Scruton.
"En este momento, pedimos a todos los europeos que se unan a nosotros en el rechazo de la fantasía utópica de un mundo multicultural sin fronteras. Amamos, y es justo que así sea, nuestras patrias y buscamos entregar a nuestros hijos todo lo noble que hemos recibido como patrimonio nuestro. Como europeos también compartimos una herencia común y esta herencia nos exige vivir juntos en paz como una Europa de las naciones. Renovemos la soberanía nacional y recuperemos la dignidad de una responsabilidad política compartida para el futuro de Europa."

"Rechazamos la falsa pretensión de que no hay alternativa responsable a la solidaridad artificial e impersonal de un mercado unificado, una burocracia transnacional y un entretenimiento superficial. El pan y el circo no son suficientes. La alternativa responsable es la verdadera Europa."

"El llamado “populismo” desafía la dictadura del status quo, el “fanatismo del centro”, y lo hace con razón. Es un signo de que incluso en medio de nuestra degradada y empobrecida cultura política, la voluntad histórica de los pueblos europeos puede renacer."

"El matrimonio es el fundamento de la sociedad civil y la base para la armonía entre hombres y mujeres. Es el vínculo íntimo organizado para sustentar un hogar y criar a los hijos. Afirmamos que nuestros roles más importantes en la sociedad y como seres humanos son los de padres y madres. El matrimonio y los hijos son integrales a cualquier visión del progreso humano."

"Al tiempo que reconocemos los aspectos positivos de la economía de libre mercado, debemos resistir las ideologías que tratan de someterlo todo a la lógica del mercado. No podemos permitir que todo esté en venta. El buen funcionamiento de los mercados requiere el imperio de la ley y nuestras leyes no deberían limitarse a vigilar la mera eficiencia económica. Los mercados también funcionan mejor cuando actúan dentro de instituciones sociales fuertes organizadas desde su propia lógica, por principios que no son de mercado. El crecimiento económico, que es beneficioso, no es el bien más alto. Los mercados necesitan ser orientados hacia fines sociales. Hoy, el gigantismo de las corporaciones amenaza incluso a la soberanía política. Las naciones necesitan cooperar para dominar la arrogancia y la falta de mesura de las fuerzas económicas globales. Apoyamos el uso prudente del poder del gobierno para preservar los bienes sociales no económicos."

"Tenemos que recuperar la dignidad de las funciones y los papeles dentro de la sociedad. Los padres, los profesores y los catedráticos tienen el deber de formar a aquellos que están bajo su cuidado. Debemos resistir el culto y el dictamen de los expertos en la materia que se impone a costa de la sabiduría, el tacto y la búsqueda de una vida cultivada. No puede haber renovación de Europa sin un decidido rechazo de un igualitarismo exagerado y de la reducción de la sabiduría a conocimiento técnico. Apoyamos los logros políticos de la era moderna. Todo hombre y mujer deben tener igual voto. Los derechos básicos deben de ser protegidos. Pero una sana democracia requiere jerarquías sociales y culturales que animen la búsqueda de la excelencia y honren a aquellos que sirven al bien común. Necesitamos restaurar y honrar adecuadamente un sentido de grandeza spiritual, para que nuestra civilización pueda contrarrestar el creciente poder tanto de la mera riqueza como del vulgar entretenimiento."

"La verdadera Europa ha sido marcada por el cristianismo. El imperio espiritual universal de la Iglesia trajo la unidad cultural a Europa, pero lo hizo sin un imperio político. Esto ha permitido que florezcan lealtades cívicas dentro de una cultura europea compartida. La autonomía de lo que llamamos sociedad civil se convirtió en un rasgo característico de la vida europea. Además, el Evangelio cristiano no nos ofrece una ley divina omnicomprensiva, y de este modo la diversidad de las leyes seculares de las naciones puede ser afirmada y defendida sin riesgo para nuestra unidad europea. No es ningún accidente que el declinar de la fe cristiana en Europa haya estado acompañado por renovados esfuerzos para establecer una unidad política, un imperio de dinero y regulaciones, recubierto con sentimientos de universalismo pseudo-religioso, que está siendo construido por la Unión Europea."


Dalmacio Negro Pavón.
"La verdadera Europa también saca su inspiración de la tradición clásica. Nos reconocemos en la literatura de las antiguas Grecia y Roma. Como europeos, luchamos por la excelencia, el culmen de las virtudes clásicas. En ocasiones, esto nos ha llevado a una violenta competición por la supremacía. Pero en su mejor versión, una aspiración hacia la excelencia, inspira a hombres y mujeres de Europa a crear obras artísticas y musicales de belleza insuperable y a realizar extraordinarios avances en ciencia y tecnología. Las serenas virtudes de los romanos y el orgullo de la participación cívica y el espíritu de indagación filosófica de los griegos nunca han sido olvidados en la Europa real. Este legado es también el nuestro."

"Durante la pasada generación Europa ha perseguido un gran proyecto de multiculturalismo. Pedir o promover la asimilación de los recién llegados musulmanes a nuestros usos y costumbres, y mucho menos a nuestra religión, ha sido considerado una enorme injusticia. Nuestro compromiso con la igualdad, se nos dice, nos exige que abjuremos de cualquier pretensión de que nuestra cultura sea superior. Paradójicamente, la empresa multicultural europea, que niega las raíces cristianas de Europa, abusa del ideal cristiano de caridad universal de forma exagerada e insostenible. Requiere de los pueblos europeos un grado de abnegación impropio de la naturaleza humana. Requiere que afirmamos que la colonización real de nuestras patrias y la desaparición de nuestra cultura es el rasgo definitorio de la Europa del siglo XXI, un acto colectivo de auto sacrificio en nombre de una supuesta nueva comunidad global de paz y prosperidad que estaría naciendo."

Este el llamado que un selecto grupo de intelectuales europeos hacen en la Declaración de París, de 2017. Son ellos, Philippe Bénéton (France), Rémi Brague (France), Chantal Delsol (France), Roman Joch (Česko), Lánczi András (Magyarország), Ryszard Legutko (Polska), Pierre Manent (France), Janne Haaland Matlary (Norge), Dalmacio Negro Pavón (España), Roger Scruton (United Kingdom), Robert Spaemann (Deutschland), Bart Jan Spruyt (Nederland), Matthias Storme (België).

Lea en este enlace la versión íntegra de la Declaración de París

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