29.5.07

Sobre el camino con corazón





Así le dice el indio Don Juan a Carlos Castaneda en Las enseñanzas de Don Juan. Enviado por una fiel lectora de este blog. Merece la pena compartirlo.
Cualquier cosa es un camino entre cantidades de caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino; si sientes que no deberías seguirlo, no debes seguir en él bajo ninguna condición.

Para tener esa claridad debes llevar una vida disciplinada. Sólo entonces sabrás que un camino es nada más un camino, y no hay afrenta, ni para ti ni para otros, en dejarlo si eso es lo que tu corazón te dice. Pero tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición.

Te prevengo. Mira cada camino de cerca y con intención. Pruébalo tantas veces como consideres necesario. Luego hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta. Es una pregunta que sólo se hace un hombre muy viejo. Mi benefactor me habló de ella una vez cuando yo era joven, y mi sangre era demasiado vigorosa para que yo la entendiera, Ahora sí la entiendo. Te diré cuál es: ¿tiene corazón este camino?

Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna par­te. Son caminos que van por el matorral. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos largos, largos, pero no estoy en ninguna parte. Ahora tiene sentido la pregunta de mi benefactor, ¿Tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte; el otro te debilita.

27.5.07

Las taquillas del divorcio


Feministas que apoyan a los hombres

DONNA LAFRAMBOISELas taquillas del divorcio

Pertenece a la plantilla del National Post, uno de los dos grandes diarios nacionales del Canadá y es colaboradora de otros importantes diarios y revistas canadienses. Es autora del libro The Princess at the Window: A New Gender Morality ["La princesa en la ventana: una nueva moralidad de género"] (Penguin, 1996), entre otras publicaciones. Feminista ardiente en otro tiempo, poco a poco fue cambiando de actitud ante el feminismo radical, con el que ha llegado a ser muy crítica, aunque sigue fiel a los postulados de feminismo igualitario. O dicho con sus propias palabras, se considera "feminista disidente" (dissident feminist) frente a las "feministas dirigentes" o "feministas del sistema" (establishment feminists).

En su artículo One-Stop Divorce ShopsLas taquillas del divorcio”, publicado en el National Post el 21 de noviembre de 1998, Donna Laframboise describe cómo los albergues de mujeres maltratadas han adquirido un protagonismo que los convierte en verdaderas ventanillas gratuitas donde adquirir sentencias de divorcio rápidas y absolutamente favorables.

23.5.07

Watzlawick

PAUL WATZLAWICK
Es imposible no comunicar


Célebre teórico de la comunicación, Paul Watzlawick, quien murió semanas atrás reformuló de manera decisiva nuestra forma de ver "la realidad" y las relaciones humanas. Sus investigaciones en Palo Alto estimularon el desarrollo de las terapias breves.

¿Es real la realidad? se preguntaba Paul Watzlawick y escribía: "Creer que la propia visión de la realidad es la realidad misma, es una peligrosa ilusión, pero se hace aún más peligrosa si se la vincula a la misión mesiánica de sentirse en la obligación de explicar y organizar el mundo de acuerdo con ella, sin que importe que el mundo lo quiera o no. La negativa a plegarse a una determinada visión de la realidad (a una ideología, por ejemplo), la 'osadía' de pretender atenerse a la propia visión del mundo y de querer ser feliz a su propia manera, es tachada de think crime, de 'crimen del pensamiento' , en el sentido de Orwell".

Watzlawick se definía a sí mismo como un "constructivista radical" el planteamiento básico del constructivismo es que la realidad no existe como hecho objetivo, sino que es una construcción más dentro de las construcciones mentales que realiza una persona a partir de la interacción permanente con su entorno.

22.5.07

Eres como eres porque...


Eres como eres porque te dices
a ti mismo que eres así

El mundo es así como es sólo porque hablamos con nosotros mismos acerca de que es así como es.

Las cosas son reales sólo cuando uno ha aprendido a estar de acuerdo de que son reales.

El mundo, según don Juan, debía ajustarse a su descripción; es decir, la descripción se reflejaba a sí misma.

Otro punto en su elucidación era que habíamos aprendido a relacionarnos con nuestra descripción del mundo en términos de lo que él llamaba hábitos . Introduje un término que me parecía más totalizador: intencionalidad, la propiedad de la conciencia humana por medio de la cual un objeto se alude o se propone.

Eso es lo malo de las palabras dijo con gran certidumbre . Siempre nos fuerzan a sentirnos iluminados, pero cuando damos la vuelta para encarar al mundo siempre nos fallan y terminamos encarando al mundo como lo hemos hecho siempre, sin iluminación. Por este motivo, a un brujo le precisa actuar más que hablar, y para efectuar eso obtiene una nueva descripción del mundo: una nueva descripción en la cual el hablar no es tan importante y en la cual los actos nuevos tienen nuevas reflexiones.

Convertir en razonable esa cosa magnifica que está allá afuera no te sirve de nada. Aquí, alrededor de nosotros, está la eternidad misma. Esforzarse a reducirla a una tontería manejable es un acto despreciable y definitivamente desastroso.

Cada vez que el diálogo cesa, el mundo se desploma y salen a la superficie facetas extraordinarias de nosotros mismos, como si nuestras palabras las hubieran tenido bajo guardia. Eres como eres porque te dices a ti mismo que eres así.

Carlos Castaneda

18.5.07

¿Quién soy?


Conócete a ti mismo
Nada en exceso
Cuida de ti mismo (IV)

Para el sacerdote jesuita Anthony de Mello (en la foto) la pregunta más importante del mundo, base de todo acto maduro es: ¿yo, quién soy?

De Mello es un puente entre el pensamiento occidental y la tradición espiritual de oriente. Anthony de Mello es un personaje extraordinario que va encontrando su lugar a medida que su obra se divulga y transcurre el tiempo. Nacido en India en 1931, y fallecido en Nueva York en 1987, se formó como sacerdote jesuita en su India natal.

De Mello prosiguió su formación personal interesándose por diversas tradiciones religiosas asiáticas y del Medio Oriente. Entendió enseguida que los cuentos y los pequeños relatos -nacidos en la profunda noche de los tiempos, como una forma de transmisión de enseñanzas-, seguían siendo tan útiles y necesarios hoy en día como lo habían sido siempre. Es por ello que muchos de los libros que escribió De Mello fueron una recopilación y adaptación de estas enseñanzas de origen sufí y zen, relatos del medio oriente, dichos y hechos que aparecen en las leyendas hindúes, y también de las mismas enseñanzas cristianas y judías.

El común denominador entre todos estos cuentos breves -generalmente de una sola página- es su cualidad paradójica. Con ello, De Mello pretendía ofrecer un revulsivo a las personas que sentían un interés por la espiritualidad. Y este es el efecto que producen sus narraciones: una confusión paradójica que apunta a un despertar.

De Mello fue acusado por su propios correligionarios de olvidar el aspecto formal de la religión cristiana para lanzarse a una exploración sin límites que diluía las enseñanzas de unas y otras religiones. Algunos cuentos apuntan a un lugar que va más allá de la doctrina: abren un espacio al misticismo, en el que encuentran su fuente diversas tradiciones espirituales.

Sus libros han sido traducidos a más de 40 idiomas de todo el mundo, y muchas personas -cristianas o agnósticas-, han reconocido que Anthony de Mello tendió un puente espiritual entre oriente y occidente -un puente que tiene circulación en ambos sentidos.

Una de estas paradojas de De Mello se encuentra en su libro El canto del pájaro. Tiene que ver con el cambio personal y el conocimiento de sí mismo:

El sufí Bayazid dice acerca de sí mismo: «De joven yo era un revolucionario y mi oración consistía en decir a Dios: 'Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo'». «A medida que fui haciéndome adulto y caí en la cuenta de que me había pasado media vida sin haber logrado cambiar a una sola alma, transformé mi oración y comencé a decir: 'Señor, dame la gracia de transformar a cuantos entran en contacto conmigo. Aunque sólo sea a mi familia y a mis amigos. Con eso me doy por satisfecho'».«Ahora, que soy un viejo y tengo los días contados, he empezado a comprender lo estúpido que he sido. Mi única oración es la siguiente: 'Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo'. Si yo hubiera orado de este modo desde el principio, no habría malgastado mi vida».Todo el mundo piensa en cambiar a los demás o a la humanidad. Casi nadie piensa en cambiarse a sí mismo.

En uno de sus libros más profundos y a la vez sencillo, Autoliberación interior, De Mello aborda el tema del autoconocimiento fundiendo las tradiciones occidental y oriental:

Para despertarse, el único camino es la observación. El ir observándose. El ir observándose uno a sí mismo, sus re­acciones, sus hábitos y la razón de por qué responde así. Observarse sin críti­cas, sin justificaciones ni sentido de culpabilidad ni miedo a descubrir la verdad. Es conocerse a fondo.

El indagar e investigar quién es Je­sucristo es muy loable, pero ¿para qué sirve? ¿Te puede servir para algo si no te conoces a ti mismo? ¿Te sirve para algo si estás controlado y manipulado sin saberlo?

La pregunta más importante del mundo, base de todo acto maduro, es: ¿Yo, quién soy? Porque, sin conocerte, no puedes conocer ni a Dios. Conocer­te a ti mismo es fundamental. Sin em­bargo, lo curioso del caso es que no hay respuesta para la pregunta ¿quién soy yo?, porque lo que tienes que averiguar es lo que no eres, para llegar al ser que ya eres.

Hay un proverbio chino que dice: "Cuando el ojo no está bloqueado, el resultado es la visión. Cuando la men­te no está bloqueada, el resultado es la sabiduría, y cuando el espíritu no está bloqueado, el resultado es el amor."

El observarte a ti mismo es estar atento a todo lo que acontece dentro y alrededor de ti, como si esto le ocurrie­se a otra persona, sin personalizarlo, sin juicio ni justificaciones ni esfuerzos por cambiar lo que está sucediendo, ni for­mular ninguna crítica ni autocompade­certe. Los esfuerzos que hagas por cam­biar son peores, pues luchas contra unas ideas, y lo que hay que hacer es com­prenderlas, para que ellas se caigan por sí solas una vez que comprendas su fal­ta de realidad. Hay que cuestionar todo esto para ver si se comprende como una verdad y entonces te pondrás a obser­varte.

Si alguien me preguntase quién soy, para darle datos tendría que referirme a cosas registradas en la memoria. Ten­dría que formar una imagen llena de etiquetas, y yo no soy nada de eso. Yo soy. Un ser imprevisible como la vida misma, que no cabe en ninguna ima­gen porque mis formas son cambian­tes, y mi verdadero ser es inaprensible, imposible de referir. Cuando vivimos dormidos, llevamos con nosotros una imagen propia, un yo ideal que nos he­mos fabricado con trozos de recuerdos y otras cosas soñadas por nuestro idealismo. Cuando alguien dice de mí algo que no me gusta, es la imagen lo que se ofende, pues nadie puede herir al que no tiene imagen propia. Yo no soy nunca la imagen que ten­go de mí mismo ni la que tienen los demás de mí. Yo soy, y el ser no cabe en ninguna imagen porque las tras­ciende todas.

Es peligroso vivir de la memoria, del pasado. Sólo el presente está vivo. Es el ahora lo que importa, porque ahora es la vida, ahora todo es posible, ahora es la realidad.

Si no te conoces a ti mismo, no podrás conocer a nadie. Te moverás como un autómata.

16.5.07

Ponte en pie


Conócete a ti mismo
Nada en exceso
Cuida de ti mismo (III)

«Ponte en pie y sé responsa­ble de ti mismo... Cuídate de tu espíritu y acepta la responsa­bilidad sobre ti.» «Sé consciente de ti y conócete a ti mismo... si no te conoces, no puedes conocer ninguna otra cosa», escribía en el siglo XVII el maestro Zen Suzuki Shosan.

“El ser es maestro del ser ¿quién más podría ser el maestro? Con un ser bien dominado, se obtiene un maestro que es difícil de encontrar”, reza el Dhammapada, texto básico atribuido al propio Buda.

Es el Dhammapada, «afirmaciones de principios», una popu­lar recopilación de dichos en el viaje hacia la paz interior ex­traída de los discursos atribuidos a Gautama Buda, que vivió hacia 500 a.C. La leyenda dice que Gautama consiguió su pro­pia paz perfecta, y también que pasó cuarenta y nueve años viajando de un lado a otro enseñando a los demás cómo obte­ner la serenidad yl a libertad interior a través del conocimiento de sí mismos.

El Dhammapada es uno de los clásicos más antiguos y queridos de los inicios del budismo. Del antiguo canon pali, uno de los grandes cuerpos de la literatura budista primigenia, se extrae una antología de las afirmaciones de las enseñanzas de Buda (que es lo que significa el título). El texto original se compone de cuatrocientos veintitrés aforismos agrupados en veintiséis capítulos. El Dhammapada, conocido por su simpli­cidad y su legibilidad, es seguramente la mejor cartilla del bu­dismo básico que pueda encontrarse.

Entonces hace también alrededor de 2500 años, un hombre llamado Gautama Siddartha, a quien nosotros conocemos como Buda, descubrió a través de un estado profundo de concentración que su cuerpo estaba conformado por pequeñísimas partículas que existían sólo durante una trillonésima de segundo antes de desaparecer, y que el flujo constante de este devenir de partículas producía la impresión de solidez para conformar el mundo ilusorio que los orientales denominan maya.

Gautama llamó a estas pequeñas partículas kalapas, desarrolló un modelo del funcionamiento de la mente y enseñó un camino hacia el Nirvana, la liberación final conocida también como estado búdico, estado crístico de conciencia o simplemente iluminación.

Durante el siglo pasado, mediante cálculos e instrumentos tecnológicos de alta precisión, los científicos occidentales han redescubierto lo mismo, que la materia está compuesta de partículas indivisibles que surgen y desaparecen a una velocidad de 10 elevado a la 22 veces por segundo. También han observado que estas partículas entran y salen de los distintos planos dimensionales en un flujo constante de vibraciones conformando así todas las cosas de este mundo ilusorio que los occidentales hemos venido llamando realidad.

Nuestros científicos han denominado a estas pequeñas partículas cuantums, han sentado las bases de la física cuántica y ahora ensayan sus primeros modelos de conciencia basados en ella.

Tal como recomienda la primera inscripción del templo de Delfos, “Conócete a ti mismo”, todo lo que hizo Gautama Siddartha el Buda fue observar con atención y ecuanimidad total la conciencia humana a través de su propia conciencia. Es decir, se observó a sí mismo hasta llegar a conocerse.

A partir de dicha observación desarrolló, entre otras cosas, un modelo de la mente vista como un proceso que se basa en la sucesión ininterrumpida de cuatro funciones principales:

1) consciencia (viññana): la parte receptora de la mente que se limita a registrar la ocurrencia de las cosas.
2) percepción (sañña): la parte evaluadora que juzga el hecho ocurrido, clasificándolo y juzgándolo como positivo o negativo.
3) sensación (vedana): la parte que genera una sensación corporal agradable o desagradable de acuerdo al resultado de la evaluación del hecho.
4) reacción (sankhara): la parte que reacciona con aversión o apego en función de la sensación.

De acuerdo a la observación de Gautama, estas cuatro funciones mentales son todavía más breves que las efímeras kalapas que componen la realidad material, de tal suerte que nunca tenemos conciencia de lo que ocurre cada vez que los sentidos corporales entran en contacto con alguna cosa.

Por ejemplo, si al oído llega el sonido producido por las palabras “¡Eres un inútil!”, inmediatamente la conciencia registra el hecho, la percepción clasifica las palabras como algo negativo y experimentamos una sensación corporal desagradable que nos hace reaccionar produciendo un sankhara de aversión contra lo que estamos escuchando, pues deseamos que se detenga eso que nos desagrada. Por el contrario, si escuchamos un halago que la percepción evalúe como algo positivo, experimentamos una sensación corporal agradable y generamos un sankhara de agrado deseando más de eso que nos ha producido placer.

La memoria de todos los sankaras que ha producido una mente se encuentra acumulada en el cuerpo y en el cerebro a través de las redes neurológicas y esta acumulación va generando reacciones cada vez más marcadas y automáticas, ya que sañña, la percepción, aprovecha el acervo de experiencias pasadas para evaluar y clasificar cualquier fenómeno nuevo.

Las reacciones pasadas se convierten en puntos de referencia con los que tratamos de comprender una experiencia nueva que juzgamos y clasificamos de acuerdo a nuestros sankharas pasados. Así es como las reacciones antiguas de codicia y aversión condicionan nuestra percepción del presente y nos vemos envueltos en un círculo vicioso, en lo que se conoce como la rueda del Samsara. De tal suerte que el karma, la verdadera causa del sufrimiento, es producto de la reacción condicionada de la mente.

Gautama el Buda dijo: “Cualquier sufrimiento que surja, tiene una reacción por causa. Si todas las reacciones cesan, entonces no hay más sufrimiento”. Entre las herramientas que enseñó a sus contemporáneos para detener la reacción y alcanzar la liberación, se encuentra una sencilla y poderosa técnica para desarrollar la capacidad de contemplar las cosas tal como son. Esta técnica se llama Vipassana que significa “visión cabal” y consiste en trabajar erosionando poco a poco las respuestas condicionadas hasta liberar totalmente a la mente. Un camino racional y paciente.

Para practicar Vipassana sólo hay que observar con atención y ecuanimidad las sensaciones en todo el cuerpo. Estas sensaciones se experimentan debido a la infinita variedad de combinaciones de las cualidades básicas de la materia -masa, cohesión, temperatura y movimiento- que presentan las partículas subatómicas llamadas kalapas.

Cuando se adquiere la capacidad de observar cualquier sensación sin reaccionar ante ella, la mente empieza automáticamente a penetrar más allá de la realidad aparente del dolor hasta alcanzar su naturaleza sutil que no consiste más que en vibraciones que surgen y desaparecen a cada instante. Así es como se adquiere la conciencia de que todo tiene un tiempo de duración determinado pasado el cual se termina y surge algo nuevo. A esta única constante que es el cambio, se le llama anicha, impermanencia. Cuando finalmente se experimenta la realidad sutil, la conciencia del anicha permite vivenciar la inutilidad del apego y se alcanza la liberación del sufrimiento.

Entre las consecuencias secundarias de practicar esta técnica de meditación se encuentran la relajación mental y la eliminación de viejos sankharas acumulados.

Al observar objetiva y desapasionadamente cualquier sensación corporal, mientras no haya ninguna reacción, no se crea ningún sankhara nuevo y cualquier sankhara viejo que se experimente en forma de sensación, desaparece. Al momento siguiente otro sankhara del pasado surge en forma de sensación y si no hay reacción, éste también desaparece. De esta forma, mientras se observa con atención todo lo que ocurre manteniendo la ecuanimidad, se permite que las reacciones acumuladas alcancen una tras otra la superficie de la mente manifestándose como sensaciones que van siendo gradualmente erradicadas.

Como consecuencia secundaria de aprender a observar las sensaciones sin reaccionar ante ellas, la mente se reprograma a sí misma permitiéndose actuar con plena conciencia en lugar de reaccionar automáticamente frente a los acontecimientos.

Es por ello que todo el esfuerzo se basa en aprender a no reaccionar, a no producir un nuevo sankhara cuando aparece la sensación y comienza el desagrado o el agrado. Si hay conciencia en ese momento efímero y se detiene la reacción, uno se limita a observar la sensación, ésta no se intensifica hasta transformarse en deseo o aversión y no se convierte en una emoción intensa que termina por dominar a la mente conciente, sino que simplemente desaparece.

Aunque al principio esta conciencia se logra sólo por unos breves instantes, esos momentos son muy poderosos porque ponen en marcha un proceso inverso, el de la purificación. Y así poco a poco, con la práctica, los segundos se convierten en minutos y los minutos en horas hasta que finalmente queda erradicado el viejo hábito de reaccionar y la mente permanece siempre en paz. Ésta es una forma efectiva en que puede detenerse el sufrimiento, según lo comprobó Gautama el Buda.

Sun Tzu


Conócete a ti mismo
Nada en exceso
Cuida de ti mismo (II)


Por las mismas fechas en que los griegos exponían en Delfos la máxima del Conócete a ti mismo, en China el general Sun Tzu (en la imagen) escribía El arte de la guerra. Ahí aparece de nuevo la máxima, aplicada al arte militar:

Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.

Hacerte invencible significa conocerte a ti mismo; aguardar para descubrir la vulnerabilidad del adversario significa conocer a los demás.

La invencibilidad está en uno mismo, la vulnerabilidad en el adversario.

Sun Tzu fue un general chino que vivió alrededor del siglo V antes de Cristo. La colección de ensayos sobre el arte de la guerra atribuida a Sun Tzu es el tratado más antiguo que se conoce sobre el tema. A pesar de su antigüedad los consejos de Sun Tzu siguen manteniendo vigencia.

El Arte de la Guerra es, tal vez, el mejor libro de estrategia de todos los tiempos. Inspiró a Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas más figuras históricas. Este libro de dos mil quinientos años de antigüedad, es uno de los más importantes textos clásicos chinos, en el que, a pesar del tiempo transcurrido, ninguna de sus máximas ha quedado anticuada, ni hay un solo consejo que hoy no sea útil.

Pero la obra del general Sun Tzu no es únicamente un libro de práctica militar, sino un tratado que enseña la estrategia suprema de aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de confrontación. No es, por tanto, un libro sobre la guerra; es una obra para comprender las raíces de un conflicto y buscar una solución.

“La mejor victoria es vencer sin combatir”, nos dice Sun Tzu, “y ésa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”.La obra de Sun Tzu llegó por primera vez a Europa en el periodo anterior a la Revolución Francesa, en forma de una breve traducción realizada por el sacerdote jesuita J. J. M. Amiot. En las diversas traducciones que se han hecho desde entonces, se nombra ocasionalmente al autor como Sun Wu o Sun Tzi.

Las ideas de Sun Tzu se extendieron por el resto de Asia hasta llegar a Japón. Los japoneses adoptaron rápidamente estas enseñanzas y, posiblemente, añadieron algunas de su propia cosecha. Hay constancia de que el principal libro japonés sobre el tema, "El libro de los Cinco Anillos", está influido por la filosofía de Sun Tzu, ya que su autor, Miyamoto Mushashi, estudió el tratado de "El Arte de la Guerra" durante su formación como Samurai.

Habitualmente se hace referencia a las culturas orientales como culturas de estrategia y no es pequeña la influencia de Sun Tzu en este desarrollo cultural. Hoy en día, la filosofía del arte de la guerra ha ido más allá de los límites estrictamente militares, aplicándose a los negocios, los deportes, la diplomacia e incluso al desarrollo personal.

Por ejemplo, muchas frases clave de los manuales modernos de gestión de empresas, son prácticamente citas literales de la obra de Sun Tzu (cambiando, por ejemplo, ejército por empresa, o armamento por recursos, sin ir más lejos). Las ideas siguen siendo completamente válidas a pesar de los 25 siglos transcurridos desde que se escribieron.

15.5.07

Delfos

Conócete ti mismo
Nada en exceso
Cuida de ti mismo (I)



Estas tres inscripciones fueron colocadas por los siete sabios en el frontispicio del templo de Delfos. Son clásicas del pensamiento griego. En todos los tiempos muchos pensadores han reflexionado sobre ellas con variados matices siguiendo el ejemplo de Sócrates y Platón.


Aunque el Conócete ti mismo se le atribuye a Tales de Mileto, la máxima se remonta a escritos antiguos de Heraclio, Esquilo, Herodoto y Píndaro. Y surge como una invitación a reconocerse mortal y no dios.

Sócrates lo eleva a un nivel filosófico como un examen moral de uno mismo. Platón lo orienta hacia la verdadera sabiduría en un fantástico sistema de pensamiento. Erasmo dirá que es el inicio del filosofar en cuanto lleva a la conciencia humilde de “saber que no sabe nada” (Opera omnia). Los Padres de la Iglesia lo toman y también lo encuentran en los escritos bíblicos (Cant 1,8. “si tú no te conoces, seguirás el camino del rebaño”; Dt 15,9 “attende tibi” “estáte atento a ti mismo”). San Agustín hace célebre el aforismo diciendo que el fin de la vida es “noverim te, noverim me” “conocerte y conocerme” (Soliloquium III). El hombre se conoce cuando va al fondo de sí mismo y ahí encuentra la imagen de Dios. Por esta senda marcharán muchos medievales en este espíritu humanista de pensar.

En la modernidad resurge con muy diversos tonos e interpretaciones, también en el magisterio de la Iglesia. También aparece en todas las grandes tradiciones espirituales y en otras culturas antiguas: Israel, los Veda y Avesta, Confucio, Lao-Tsé, los Tirthankara, Buda, Homero, Eurípides, Sófocles, Platón y Aristóteles. La búsqueda filosófica no surge de preguntarse ¿quién es Dios? sino ¿quién es el hombre? De lo más cercano a lo más alto y profundo. Nosotros vamos a seguir aquí el camino del hombre.

El templo de Delfos está dedicado al dios Apolo, y ahí se hallaba la inscripción "conócete a ti mismo". Esta advertencia tenía por objeto incitar al hombre a reconocer los límites de su propia naturaleza y a no aspirar a lo que es propio de los dioses. El exceso, la desmesura, la "hybris" es castigada por los dioses como la más grave falta que el hombre pueda cometer.

Apolo es el dios de los sueños y las profecías (el oráculo de Delfos era el más visitado de toda Grecia), el dios de la claridad y la belleza, y, sobre todo, el dios de la estabilidad, de la medida, de la forma, de lo limitado. Nada tiene de extraño que en el templo a él dedicado, se halle esta inscripción que nos invita a evitar los excesos reconociendo nuestros propios límites.

Sócrates, que puede ser considerado como el fundador de la ética, de la ciencia de la moral, se sirvió en sus enseñanzas de la inscripción délfica. El sentido que para él tiene este lema está en relación no sólo con el reconocimiento de nuestros límites, de nuestra ignorancia, sino también con su afirmación de que la virtud reside en el conocimiento.

El dominio de sí mismo, la doma de las pasiones, es uno de los grandes temas socráticos. "¿En qué se diferencia de una bestia el hombre sin dominio de sí e incontinente?", se pregunta Sócrates. Se trata de una idea que aparece por primera vez con él, pues en el mundo homérico los héroes dejan brotar sus pasiones e instintos violentos sin este control. Por el contrario, Sócrates incluso cuando bebía -no por afición sino por costumbre social- mantenía pleno autodominio. Se decía que bebiendo era capaz de tumbar a cualquiera, pero nadie le vio nunca borracho. Todos sus apetitos y pasiones los tenía bajo estricto control.

Aunque siempre vivió en Atenas, nunca aspiró a ningún cargo oficial en la ciudad. Rehusó tomar parte activa en la política. Sin embargo, los problemas a los que dedicó toda su atención fueron los que conciernen al hombre y a la ciudad: la cuestión de la virtud y de la justicia. Su respeto por la ley y su actitud crítica frente a lo que él consideraba injusto, le ocasionaron numerosas enemistades. Cuando se estableció la oligarquía de los Treinta tiranos, éstos, que ambicionaban las propiedades de algunos ricos ciudadanos, ordenaron a Sócrates y a otros cuatro más arrestar al rico León de Salamina, para ejecutarlo. Los otros obedecieron y León fue arrestado y muerto, pero Sócrates se negó a ser partícipe de semejante violencia y, simplemente, se fue a su casa. Nada le pasó gracias a la contrarrevolución que restauró la democracia en Atenas.

Sabido es, además, que gustaba del diálogo y la conversación, pero no sólo por pasar el rato, sino con intención de buscar la verdad, el bien y la justicia. Como un "tábano" picaba a sus conciudadanos para que abrieran los ojos ante la ignorancia, que es fuente de todos los males e injusticias.

La cuestión es que su actitud no gustaba a todos. Ya en democracia, en el año 400-399 a.C., el comerciante Ánito, el poeta Meletos y el orador Lycón presentaron ante el Tribunal de los Quinientos una acusación contra Sócrates en la que le culpaban de impiedad.

El texto de la acusación dice: "Esta acusación está presentada bajo juramento por Meleto, hijo de Meleto, del demo de Pito, contra Sócrates hijo de Sofronisco de Alópece. Sócrates es reo del delito de no reconocer a los dioses que el Estado reconoce y de introducir otras nuevas divinidades. Es también reo del delito de corromper a la juventud. El castigo que se pide es la muerte".

También la postura política de Sócrates, crítica con respecto al régimen democrático, contribuyó a esta acusación, pero como la restaurada democracia había declarado una amnistía, no pudieron presentar cargos políticos contra él. En la segunda votación, Sócrates fue condenado a beber la cicuta por 368 votos frente a 141. Pudo haberse librado de la muerte con ayuda de sus amigos que le facilitaban la fuga, o aceptando una multa o el destierro, pero prefirió quedarse en Atenas y atenerse a la ley. Según la ley ateniense el mismo acusado podía proponer una pena menor y los jueces votaban de nuevo.

Pero Sócrates no estaba dispuesto a considerarse culpable, y su contrapropuesta fue que ya que había contribuido al bien de la ciudad, se le deberían garantizar comida gratis en el Pritaneo, privilegio concedido sólo a los vencedores olímpicos y otros que habían honrado al Estado. Según Platón su contrapropuesta fue una multa de una mina. En cualquier caso, su actitud desdeñosa y altiva ante el tribunal contribuyó a aumentar el número de votos en su contra en esa segunda vuelta.

Su ejecución se retrasó un mes al coincidir con un momento en que las leyes religiosas prohibían matar a nadie. Había que esperar el retorno de la nave que había ido a las fiestas de Delos. Durante este período, Sócrates fue enviado a prisión; allí tienen lugar las conversaciones que Platón narra en el Critón y en el Fedón (el proceso seguido contra él lo recoge en la Apología de Sócrates). Su entereza y serenidad ante la muerte queda reflejada en esos textos y en otras muchas anécdotas a las que eran tan aficionados los antiguos.

Una de ellas cuenta que cuando bajó del tribunal, ante el llanto de la gente, les dijo: "¿Por qué lloráis? ¿No sabéis que desde que nací estaba condenado por la naturaleza a muerte?". También se cuenta que un buen amigo -o su mujer Xantipa- le dijo: "Lo que más me duele es que mueras injustamente". El maestro replicó: "¿Preferirías que me hubiesen condenado a muerte por haberlo merecido?". En el Fedón, después de narrar los últimos instantes de su maestro, Platón nos dice: "Esta fue la muerte de nuestro amigo, hombre del que podemos decir que fue el mejor de cuantos en su tiempo conocimos y además el más prudente y el más justo".

Pero volviendo a la interpretación del precepto, ya hemos señalado que para Sócrates la virtud reside en el conocimiento. Así, por ejemplo, para ser un buen zapatero es necesario, en primer lugar, conocer lo que es un zapato y su función. Por el mismo razonamiento, si nos preguntamos en qué consiste ser un hombre bueno, virtuoso, lo primero necesario es conocer en qué consiste eso de ser hombre. Nuestro primer deber, por lo tanto, es obedecer la orden délfica "conócete a ti mismo", porque, como dice el maestro, "una vez que nos conozcamos, podremos aprender a cuidar de nosotros, pero si no, nunca lo haremos".

Este cuidado de nosotros mismos no se refiere al cuerpo, sino al "alma" (psyché), pues es ésta la que utiliza y controla a aquél, es ella nuestro verdadero yo. Y ya que el alma (entendida sobre todo como "razón") debe ser quien nos dirija y regule, el conocerse a uno mismo implica también tener autocontrol, pues no podemos cuidar de nuestro verdadero yo si estamos sometidos a los deseos y pasiones que proceden de nuestra naturaleza corporal.

Dicho de otra manera, si conocer algo es conocer para qué sirve, el conocimiento de uno mismo parte de un descubrimiento básico: que nuestro yo real es el alma y que su función es gobernar, regir o controlar. Y esta función sólo puede ser bien ejercida si este gobierno esta asentado en la verdad. De aquí también que Sócrates no hable de una pluralidad de virtudes, sino de la unidad de la virtud: la sabiduría. El camino para encontrar esta sabiduría queda asimismo recogido en el precepto délfico: la búsqueda de la verdad es una búsqueda interior (eso sí, en diálogo con los otros), precedida e impulsada por el reconocimiento de la ignorancia.

La denominación de Siete Sabios fue el título dado por la tradición griega a siete antiguos sabios griegos (alrededor del 620550 adC), renombrados por su sabiduría práctica que consistía en una serie de aforismos y dictámenes memorables. Merecieron dicho nombre debido a que sus enseñanzas o frases son una guía de la vida de los hombres. Este conjunto incluye tanto a filósofos como a estadistas o legisladores.
La tradición de los siete sabios se mantuvo a lo largo de los siglos. Por ejemplo, Plutarco compondría un Ágape para siete sabios. Aunque la relación de sabios ha sufrido cambios, la más moderna incluye a los siguientes:
· Cleóbulo de Lindos: se le atribuye la máxima La moderación es lo mejor. Gobernó como tirano de Lindos, en la isla griega de Rodas, c. 600 a.C. También se conoce su aforismo Aceptar la injusticia no es una virtud, sino todo lo contrario.
· Solón de Atenas: acuñó la máxima Nada en exceso para guiar el comportamiento práctico de los hombres. Solón (640 a.C. - 559 a.C.) adquirió fama como legislador y reformador social en Atenas. Otro aforismo atribuido a él es No tengas prisa en buscar nuevos amigos, pero una vez encontrados no tengas prisa en deshacerte de ellos.
· Quilón de Esparta: autor de la máxima No desees lo imposible. Político del s. VI a.C., intenta mejorar los sistemas para controlar mejor a los más altos funcionarios del estado. Asimismo, se le atribuye la militarización de la vida civil de Esparta y las primeras medidas para la educación castrense de la juventud.
· Bías de Priene: La mayoría de los hombres son malos, indica la máxima atribuida a este político griego que alcanzó gran fama como legislador en el s. VI a.C.
· Tales de Mileto: Filósofo y matemático, destacó gracias a su sabiduría práctica, a su notable capacidad política y a la gran cantidad de conocimientos que poseía. La máxima que se le atribuye, que figuraba en el frontón del templo de Apolo en Delfos, es Conócete a ti mismo.
· Pitaco de Mitilene: fue un estadista griego (c. 650 a.C.) que gobernó en Mitilene (Lesbos), junto con el tirano Mirsilo. Pitaco intentó restringir el poder de la nobleza, y ejerció el poder apoyándose en las clases populares. El aforismo por el que se le conoce es Debes saber escoger la oportunidad.
· Periandro de Corinto: como tirano de Corinto, intentó mantener la estabilidad política interna y propició la prosperidad del país durante el período entre los s. VII-VI a.C. Se ocupó de reglamentar y humanizar el trabajo de los esclavos, protegió a la clase social de los campesinos pobres y obligó a la nobleza a reducir la suntuosidad de sus gastos. También llevó a cabo una sistemática política colonial de conquistas. La larga estabilidad de que gozó Corinto bajo su mandato contribuyó a que fuera incluido en el grupo de los sabios de Grecia. Es autor de la máxima Sé previsor con todas las cosas.
Sócrates se refiere oblicuamente a un cuento de los Siete Sabios que apunta a que la humildad es la madre de la sabiduría (la historia es registrada por Diógenes Laercio). La historia cuenta que unos pescadores de la isla de Cos encontraron entre sus redes el trípode de Helena de Troya, la cual lo echó al agua en su viaje de retorno desde Troya a Esparta.
Los pescadores habían vendido por anticipado el contenido de sus redes a unos viajeros de Mileto, pero al encontrar el trípode se negaron a dárselo a los viajeros de Mileto. De esta forma, estalló una guerra entre Cos y Mileto. Viendo que la guerra no tenía fin, los combatientes acudieron al Oráculo de Delfos, para saber qué hacer con el trípode.
El oráculo mandó que el trípode fuese entregado al hombre más sabio, así que aquel fue entregado a Tales de Mileto. Sin embargo, modestamente rechazó el título y mandó el trípode a Bías de Priene, el cual también rechazó el honor y se lo envió a otro miembro del grupo. Al final, el trípode fue dedicado a Apolo.

14.5.07

Reconozca e integre su sombra (y II)





El conflicto surge debido a que, en principio, ignora el Yo si un impulso de la sombra es positivo o negativo. Este es uno de los problemas más conflictivos del proceso de individuación en esta primera fase del camino de la integración de los arquetipos y de la búsqueda del Sí-Mismo. "El reconocimiento de la sombra predispone a la modestia y hasta al temor a la esencia insondable del ser humano" (10). Con el reconocimiento de la sombra el individuo comienza, consecuentemente, a relacionarse con los demás de otra forma (11):

"Todavía hoy debemos tener sumo cuidado para no proyectar nuestra propia sombra de un modo harto vergonzoso, y estamos como inundados por ilusiones proyectadas. Al representarse a una persona suficientemente valiente como para desprenderse por entero de toda proyección se piensa en un individuo consciente de poseer una sombra considerable. Tal hombre se ha cargado de nuevos problemas y conflictos; se ha convertido en tarea seria para sí mismo, dado que no puede decir ya que son los otros quienes hacen tal o cual cosa, ni que son ellos los culpables, y que hay que combatirlos. Vive en la "casa del autoconocimiento”, de la concentración íntima. Sea cual fuera la cosa que ande mal en el mundo, este hombre sabe que igual ocurre también dentro de él mismo y si aprende solo a "componérselas" con su sombra habrá hecho en verdad algo para el mundo. Habrá logrado entonces dar respuesta a una ínfima parte, al menos, de los enormes problemas que se plantean en el presente, buena parte de los cuales oponen tantas dificultades en razón de hallarse como envenenados por las mutuas proyecciones. ¿Y podrá ver claramente quien no se ve a sí mismo ni aquellas oscuridades que, inconscientemente, está transfiriendo en todas sus acciones?

La cita es larga pero sustancial. Se precisa una decisión moral considerable para confrontarse, reconocerse, admitir e integrar a la sombra con el Yo. El mismo Jung advierte que "vivir consigo mismo requiere una serie de virtudes cristianas que cada uno debe aplicar a la propia persona, o sea, paciencia, amor, fe, esperanza y humildad" (12). La tolerancia es, pues, una virtud que primero debe aplicarse uno consigo mismo y después con los demás.

La sombra es difícil de contemplar directamente, aunque aparece constantemente en nuestra vida cotidiana. La psicoanalista inglesa Molly Tuby describe seis formas de descubrir la sombra personal en la vida cotidiana:

1.- En los sentimientos exagerados respecto de los demás. (“No puedo creer que hiciera tal cosa” “No comprendo cómo puede llevar esa ropa”)

2.- En el feedback negativo de quienes nos sirven de espejo (“Es la tercera vez que llegas tarde sin decírmelo”)

3.- En aquellas relaciones en las que provocamos de continuo el mismo efecto perturbador sobre diferentes personas. (“Sam y yo creemos que no has sido sincero con nosotros”)

4.- En las acciones impulsivas o inadvertidas (“No quería decir eso”)

5.- En aquellas situaciones en las que nos sentimos humillados (“Me avergüenza su modo de tratarme”)

6.- En los enfados desproporcionados por los errores cometidos por los demás (“Nunca hace las cosas a su debido tiempo” “Realmente no controla para nada su peso”)

Nuestro ego se protege de la sombra haciéndola desaparecer cada vez que surgen en nuestra mente las fantasías agresivas, los pensamientos suicidas, la envidia, la cólera, y todas esas emociones y pensamientos negativos que podrían darnos mucha luz sobre los aspectos más oscuros de nuestra personalidad. Nuestra mente los niega y así no nos damos cuenta de que no nos damos cuenta.

La confrontación con nuestro lado oscuro puede ser postergada con cualquier excusa: distracciones, antidepresivos, trabajo extenuante.

Es bueno, entonces, seguir el consejo que dan Connie Zweig y Jeremiah Abrams en su libro La sombra y el lado oscuro de la vida cotidiana:

Encontrar a la sombra nos obliga a ralentizar el paso de nuestra vida, escuchar las evidencias que nos proporciona el cuerpo y concedernos el tiempo necesario para poder estar solos y digerir los crípticos mensajes del mundo subterráneo.
Del Trabajo con la sombra salimos más humildes, más conscientes de nuestros límites. “La sombra sólo resulta peligrosa cuando no le prestamos la debida atención”, aconsejaba Jung.

Y trabajar creativamente con su sombra le descubrirá incluso capacidades ocultas:

1.- Aumentará el autoconocimiento y la aceptación de usted mismo.
2.- Le ayudará a encauzar creativamente las emociones y pensamientos negativos que le asaltan abruptamente en su vida cotidiana.
3.- Lo liberará de la culpa y la vergüenza producidos por sus sentimientos y acciones negativas.
4.- Reconocerá las proyecciones de su sombra personal que construyen su opinión de los demás.
5.- Sanará sus relaciones a través de la percepción sincera de usted mismo.
6.- Mejorará su comunicación con los demás, al dejar de juzgar y aceptar a los otros como son.


Desarrollará su creatividad si se dedica a escribir, pintar, mover su cuerpo, soñar.

El trabajo con la sombra le dirá lo que tiene que redimir y al mismo tiempo lo sacará del sufrimiento.

¡Alégrese! Si usted se toma en serio el trabajo con su sombra podrá vivir vivir según las dos grandes máximas de los antiguos griegos: Conócete a ti mismo y Nada en exceso.

NOTAS:

1.- VON FRANZ, Marie Louise, en el libro de Jung y otros autores, "El Hombre y sus Símbolos", Ed. Aguilar, Madrid, 2ª edición, pág. 168.

2.- Opus cit, pág. 169. Por tanto, como indica Jolande JACOBI ("La Psicología de C.G. Jung", Ed. Espasa y Calpe, Madrid, 1963, págs 168-169): "Uno puede encontrar su sombra sobre todo en las proyecciones erróneas o cuando afloran en nosotros peculiaridades que solemos reprimir y dominar, pero también en una figura exterior concreta. En el primer caso aparece en el material del inconsciente como una figura del sueño que representa, personificadas, una o varias peculiaridades psíquicas del que sueña; en el segundo es una persona del mundo en torno a la cual, por ciertas razones estructurales se centraliza, siendo portadora proyectiva de esa o esas peculiaridades ocultas en el inconsciente.

Es en nosotros mismos, precisamente, donde con mayor frecuencia y con mayor realidad percibimos las cualidades de la sombra, siempre que estemos dispuestos a reconocer que nos pertenecen; así, por ejemplo, cuando nos sobreviene una explosión de rabia; cuando bruscamente comenzamos a maldecir o a conducirnos groseramente; cuando, del todo en contra de nuestra voluntad, actuamos de un modo antisocial; cuando nos comportamos ruinmente, con mezquindad, o aparecemos coléricos, cobardes, frívolos o hipócritas: entonces desplegamos cualidades que en circunstancias ordinarias ocultamos o reprimimos cuidadosamente y cuya existencia nosotros mismos ignoramos".

3.- Opus cit, pág. 169.

4.- FORDHAM, Frieda: "Introducción a la Psicología de Jung", Ed. Morata, Madrid, 1968.
Quizás sea necesario insistir sobre los contenidos y particularidades de la sombra a fin de tener bien claro lo que se intenta expresar con este termino. Para ello recurriremos a diferentes definiciones diversas sobre la sombra:

A) "La sombra es la parte inferior de la personalidad. La suma de todas las disposiciones psiquicas personales y colectivas, que no son vividas a causa de su incompatibilidad con la forma de vida elegida conscientemente y se constituyen en una personalidad parcial relativamente autónoma en el inconsciente con tendencias antagónicas.
La sombra se comporta respecto a la consciencia como compensadora, su influencia, pues, puede ser tanto negativa como positivas La omisión y la supresión de la sombra, así como la identificación del Yo con ella, puede llevar a desdoblamientos peligrosos. Puesto que la sombra está próxima al mundo de los instintos es indispensable tenerla en cuenta constantemente"
( JUNG: "Recuerdos, sueños y pensamientos", Seix Barral, 1981, pág 419)

B) "La figura de la sombra personifica todo lo que el sujeto no reconoce y lo que, sin embargo, una y otra vez le fuerza indirecta o indirectamente, así, por ejemplo, rasgos de carácter de valor inferior y demás tendencias irreconciliables." ( JUNG, ibiden).

C) "Bajo el aspecto individual la sombra es para lo oscuro personal como la personificación de los contenidos de nuestra psique que a través de la vida no hemos admitido hemos arrojado o reprimido y que, en ciertas circunstancias pueden tener también un carácter positivo. Bajo el aspecto colectivo representan la parte oscura de lo colectivo-humano, la disposición estructural que yace en lo íntimo de todo ser humano para lo inferior y lo oscuro". (Jolande JACOBI, opus cit., pág 170).

5.- VON FRANZ, opus cit., pág. 172.

6.- JUNG, C.G.: "Recuerdos, Sueños...", opus cit., pág. 420.

7.- JAGOBI, Jolande, opus cit., pág 172.
La integración de la sombra supone , tal y como nos indicó el simbólogo junguiano Juan GARCIA FONT, en conversación privada, un "no tomarse demasiado en serio", lo que está unido al humor para consigo mismo. Hay que burlarse un poco de uno mismo y de lo que uno considera importante, pero ¡cuidado..! no hay que desvalorarlo: "Podemos estar hablando de cosas muy serias, pero estando al mismo tiempo en una actitud humorístíca. En la medida en que se establece un diálogo con la sombra se establece un primer grado de integración. Lo cual se traduce inmediatamente en el lenguaje. Hay un lenguaje de la sombra: el de la inspiración. Nosotros utilizamos en la comunicación una sintaxis convencional, social; mas sucede entonces que esta ordenación del discurso ahoga la sombra. Y como la sombra es el ser travieso, el ser que goza con el equívoco y que, en un momento, dado rompe la estructura establecida. Así, el poeta, al ser un distorsionador del lenguaje, destroza significados para alcanzar un superior sentido y ésto le permite dialogar con la sombra. Un ejemplo sencillo de este lenguaje de la sombra sería el siguiente: todos hemos oído ese refrán que dice"Tanto va el cantaro a la fuente que al final se rompe" pues bien, la sombra diría algo así: "Tanto va el cántaro a la fuente, que al final se llena". Este humor que abre ventanas a la inspiracion es una forma de integrar a la sombra. Y de esta manera se vitaliza; el espíritu penetra en la palabra. Por ello, en la medida que la sombra penetra en el discurso y la activa, la carga de energía, y se produce un paso en la integración".

8.- VON FRANZ, opus cit., pág 175.

9.- VON FRANZ, opus cit., pág 177.

10.- JUNG, "Psicología de la Transferencia", Ed. Paidós, Buenos Aires, 4ª edición, 1978, pág 103.

11.- JUNG, "Psicología y Religión", Ed. Paidós, Barcelona, 1981, pág 135.

12.- JUNG, "Psicología de la Transferencia", opus cit., pág 170.

13.5.07

Reconozca e integre su sombra (I)




En el Extraño caso del Dr. Jekyll y Mr Hide, el escritor Robert Louis Stevenson afloró lo que más tarde la psicología analítica de Jung revelaría como una parte sustancial del Yo de todas las personas: la sombra personal.

El Dr. Jekyll es un amable y esforzado científico que luego de tomar una pócima sufre un drástico cambio de personalidad que lo transforma en el violento y despiadado Mr. Hyde. Transformación que lo hace irreconocible y lo convierte en un ser cada vez más malvado.

Hoy sabemos que en el psiquismo de cada ser humano conviven el amable Jekyll y el malvado Hyde. La persona afable y, al mismo tiempo, el ser oculto y tenebroso que anida emociones y conductas reprochables: rabia, celos, vergüenza, mentira, resentimiento, lujuria, soberbia, tendencias asesinas y suicidas.

Esa sombra personal se desarrolla naturalmente desde la infancia. El ego y la sombra se van desarrollando simultáneamente. Por una parte, se afirman los rasgos ideales de nuestra personalidad, reforzados por el entorno que nos rodea. Al mismo tiempo enterramos en la sombra las emociones y conductas que chocan con esa imagen ideal.

Percibir la sombra es como mirarse en un espejo que nos muestra los recovecos de nuestro inconsciente personal, y, por lo tanto, aceptar la sombra es aceptar el "ser inferior" que habita en nuestro interior. La sombra que todavía no ha sido integrada en la conciencia origina multitud de proyecciones. La sombra proyectada es la causante de la gran mayoría de los actos cotidianos en los que la intercomunicación es obstruida por "ruidos" psíquicos. Acusamos a los demás de defectos que anidan en nuestro interior y que no nos gusta reconocer como tales:

"Cuando un individuo hace un intento para ver su sombra, se da cuenta (y a veces se avergüenza) de cualidades e impulsos que niega en sí mismo, pero que puede ver claramente en otras personas, cosas tales como egotismo, pereza mental y sensiblería; fantasías, planes e intrigas irreales; negligencia y cobardía; apetito desordenado de dinero y posesiones..." (1).

La sombra, además de este tipo de omisiones presenta también una faceta que se manifiesta en actos reflejos impulsivos (2):

"Antes de que se tenga tiempo de pensarlo, el comentario avieso estalla, surge el plan, se realiza la decisión errónea, y nos enfrentamos con resultados que jamás pretendimos o deseamos conscientemente".
La sombra impulsa al ser humano al “contagio colectivo", a la psicología de masas y a las actuaciones del hombre-masa (3):

"Cuando un hombre está solo, por ejemplo, se siente relativamente bien; pero tan pronto como "los otros" hacen cosas oscuras, primitivas, comienza a temer que si no se une a ellos le considerarán tonto. Así es que deja paso a impulsos que, realmente, no le pertenecen. Es particularmente en contacto con la gente del mismo sexo cuando una persona se tambalea entre su propia sombra y la de los demás. Aunque si vemos la sombra en una persona del sexo opuesto, generalmente nos molesta mucho menos y estamos más dispuestos a perdonar".
La represión que nuestra "función superior" (la función psicológica más imperante en nuestro Yo consciente de las cuatro posibles: intuir, pensar, sentir y percibir) y nuestra tipología psicológica (introvertido o extravertido) lleva a cabo con todo aquello que no se ajusta a ellas, origina un incremento de energía psíquica en la sombra, con lo cual ésta se torna más negativa.

La misión de ser humano es integrar a este "hermano oscuro" y dejar de creer que somos mejores que los demás, siendo conveniente no intentar reprimir totalmente la sombra.

Además la sombra, como arquetipo, se encuentra vinculada al mal; por ello, el aspecto colectivo de la sombra ha sido personificado en las figuras de los demonios, brujas y brujos, Satán, Mefistófeles, faunos, etc.

Pero la sombra es algo consustancial al individuo, ya que la propia naturaleza del mundo implica que exista luz y exista oscuridad. La fuerza de la sombra no sólo actúa negativamente sino también positivamente (6):

"La sombra no sólo consiste en tendencias moralmente desechables sino que muestra también una serie de cualidades buenas, a saber: instintos normales, reacciones adecuadas, percepciones fieles a la realidad, impulsos creadores, etc".
Por ello, la integración de la sombra es un auténtico conflicto moral pues la confrontación con la sombra supone tener "conciencia crítica despiadada del propio ser" (7):

"Que la sombra se convierta en nuestro amigo o en nuestro enemigo depende en gran parte de nosotros mismos... La sombra no es siempre, y necesariamente, un contrincante. De hecho es exactamente igual a cualquier ser humano con el cual tenemos que entendernos, a veces cediendo, a veces resistiendo, a veces mostrando amor, según lo requiera la situación. La sombra se hace hostil sólo cuando es desdeñada o mal comprendida " (8).

"Si la figura de la sombra contiene valiosas fuerzas, y fuerzas vitales, tienen que ser asimiladas a experiencias efectivas y no reprimidas. Corresponde al Yo renunciar a su orgullo y fatuidad y vivir conforme a algo que parece oscuro, pero que, en realidad, puede no serlo. Esto ha de requerir un sacrificio tan heroico como la conquista de la pasión pero en sentido opuesto" (9).


(continuará...)