O tú usas a la sombra o la sombra te usa a ti. Cuando entendemos completamente el alma humana descubrimos que es un lugar de ambigüedad, de contradicción, de paradoja. Toda la experiencia es el resultado del contraste: luz y sombra; placer y dolor; arriba y abajo; adelante y atrás...
Por Ramón Maceiras López
Necesitas las energías opuestas, necesitas que tus enemigos sean quien tú eres. El alma humana es a la vez divina y diabólica. En las tradiciones de sabiduría orientales tenemos lo mismo: el pecador y el santo son simples monedas de cambio. Por lo tanto, una vez que entiendes esto, lo primero que descubres es que tener sombra es normal. Si sólo tuvieras la verdad, la bondad, la armonía en el exterior y una completa ausencia del otro lado, no habría impulso creativo. Si sólo tuviéramos el impulso creativo, el universo se quemaría a si mismo en el calor mortal del cero absoluto. Si, por el otro lado, sólo tuviéramos el impulso de la inercia o de la destrucción, del lado de la entropía, entonces el universo rápidamente se colapsaría en un gran agujero negro.
Necesitas las energías opuestas, necesitas que tus enemigos sean quien tú eres. El alma humana es a la vez divina y diabólica. En las tradiciones de sabiduría orientales tenemos lo mismo: el pecador y el santo son simples monedas de cambio. Por lo tanto, una vez que entiendes esto, lo primero que descubres es que tener sombra es normal. Si sólo tuvieras la verdad, la bondad, la armonía en el exterior y una completa ausencia del otro lado, no habría impulso creativo. Si sólo tuviéramos el impulso creativo, el universo se quemaría a si mismo en el calor mortal del cero absoluto. Si, por el otro lado, sólo tuviéramos el impulso de la inercia o de la destrucción, del lado de la entropía, entonces el universo rápidamente se colapsaría en un gran agujero negro.
Somos el microcosmos del macrocosmos. Eso significa que cada cualidad que vemos en otros existe en nosotros. Poseemos cada emoción o característica humana ya sea consciente o inconsciente. No hay nada que podamos ver o concebir que no seamos. Somos todo lo que consideramos bueno o lo que consideramos malo.
Temerosos de nuestra propia falta de valía y a la vez temerosos de nuestra propia falta de grandeza, inconscientemente proyectamos esas cualidades a otros, en lugar de en nosotros mismos. Lo que proyectamos son pedazos de nuestra oscuridad.
Una de las preguntas más frecuentes que nos hacen en los Talleres con la Sombra es cómo sabes que estás proyectando. Lo explicó muy bien el relevante filósofo Ken Wilber. Él dijo que si una persona o cosa en nuestro entorno nos informa, si recibimos lo que ocurre como una información, como un punto de interés, no estamos proyectando. Por otro lado, si nos afecta, si señalamos con el dedo, juzgando, si nos conectamos con ello, lo más probable es que seamos víctimas de nuestras propias proyecciones