27.12.11

Comunicación de crisis y percepción de la realidad


Por Ramón Maceiras López
Casi al final de su vida, George Orwell, autor de la conocida alegoría novelesca 1984, perfilaba en 1946 el concepto de la newspeak, o neoparla, o neolenguaje. La esencia de tal engendro consiste en la utilización del lenguaje con un determinado propósito: inducir una sesgada percepción de la realidad, más que dedicarse a la sencilla y limpia comunicación de los hechos. Mucha agua ha corrido bajo el puente desde aquellas fechas en las que el Gran Hermano de Orwell explicaba en el capítulo final de 1984 el arte y la técnica del newspeak. Decía Orwell (cuyo verdadero nombre era Arthur Blair) que "en nuestro tiempo, los discursos políticos y la escritura son en gran medida la defensa de lo indefendible". La cita la recoge Geoffrey Regan en un revelador libro: Guerras, políticos y mentiras.

Hoy disponemos de toda una teoría y una larga práctica del newspeak y se denomina Gestión Estratégica de la Percepción, o por su nombre en inglés, Perception Management. No hay gabinete de comunicación que se precie, que no disponga en su arsenal retórico de los artilugios de la neoparla. Cualquiera que conozca los rudimentos de la técnica, puede detectar las operaciones de gestión de la percepción en el ámbito de la política internacional, entre los gobiernos y los ciudadanos, en las guerras comerciales, en la publicidad, en el ámbito de las relaciones de la empresa con su personal y en los aspectos sicológicos de la guerra (guerras asimétricas, las llaman ahora). La base de tales operaciones estriba en un axioma importado de las neurociencias aplicadas a la comunicación: la percepción de la realidad forma parte de la realidad. El objetivo es que a partir de una determinada percepción de los hechos se desarrolle un comportamiento específico. De esa manera la profecía se cumple. Si los convenzo a ustedes de que vienen buenos tiempos, ustedes se comportarán en consecuencia. Si se los pongo muy crudo y los atemorizo con una percepción angustiosa sobre el futuro, probablemente acepten ustedes una serie de medidas duras que tendremos que tomar, eso sí, por nuestro bien.

Desde el minuto cero, el gobierno de Mariano Rajoy nos está sometiendo a una dosis masiva de Perception Management. He podido detectar tres frentes de ataque. El primero, referido a la crisis económica y sus salidas. El segundo, dedicado a reflotar la deteriorada imagen de la Casa Real. Y el tercero, un intento de cambio en la percepción de la llamada "violencia de género", ese engendro feminista. Tres operaciones en una semana, que revelan muy bien que "otro chico ha llegado a la ciudad", o que Moncloa ya no será lo que era en los tiempos de Zapatero.

Fue por boca del ministro de Economía y Competitividad, el señor De Guindos, que nos enteramos esta semana de que dos trimestres de crecimiento cero o negativo del PIB no son una recesión, sino una "desaceleración" o "crecimiento negativo" (¿?¡!). Nos previene sobre la llegada de "tiempos difíciles". Pero no nos preocupemos, porque tales dificultades son "un acicate para aplicar las reformas necesarias". Supongo que el ministro aspira a que nos traguemos el duro paquete de ajuste sin chistar, ya que es por nuestro bien. Era lo que hacía mi madre con el aceite de ricino. Todo ha sido culpa nuestra también, ya que, por supuesto, "vivimos por encima de nuestras posibilidades". El complejo de culpa, Freud dixit. El gobierno ha creado las condiciones -ya desde la campaña electoral- para que las medidas que se tomen sean aceptadas como prescripción inevitable y dura, la cual tenemos que tragar resignadamante. Eso sí, después de tan amarga medicina, veremos la luz al final del túnel, dentro de dos trimestres. La operación es magnífica por su sencillez y orquestación mediática. Previamente, se nos machacó hasta el cansancio con la idea de que el equipo de gobierno está integrado por gente "competente", con mucha "experiencia". El ministro Montoro asegura que "no son recortes, sino reformas"...Nada, que tenemos que confiar en los médicos prescriptores. Ni el doctor House cuenta con tanta fe ciega por parte de sus desesperados pacientes. El nunca bien ponderado Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de EEUU -uno de los padres de la crisis- también nos entretenía con la "exhuberancia de los mercados", para no referirse a las burbujas de los "bonos basura", las burbujas de las "puntocom", "burbujas inmobiliarias", y otras lindezas que quebraron el sistema financiero internacional. La Moncloa pasa así de vendernos el "optimismo antropológico" -y algo bobo, puro psicologismo barato y pop- de Zapatero, a la anticipación de la frustración, del ministro De Guindos. Management by crisis, que dirían los teóricos del Perception Management.

La segunda operación -paralela a la anterior- está dirigida a restaurar la confianza en la Casa Real y, específicamente, en el rey Juan Carlos. Para resumir, el malo de la película es el señor Urdangarín, oveja negra plebeya infiltrada en la familia real, cuyos comportamientos "no ejemplares" han manchado la reputación de la Corona. En su discurso de Navidad, el rey nos aseguró que "todos somos iguales ante la ley" y pasó después a mostrar su apoyo a los desempleados atribulados por la crisis, reclamó la unidad nacional para salir del atolladero e insinuó que, por si acaso, hay recambio real en la figura del impoluto príncipe Felipe. En los próximos días veremos una inusitada presencia pública del rey y del príncipe, encarnación ahora de la Casa Real, una vez apartadas las dos infantas -y el infame Urdanga- de la vida pública. Y un aguinaldo: el rey enseñará sus cuentas, pero al estilo del Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba.

Como consultor en comunicación, recomiendo a la Casa Real que revise esta operación. Se le ven las costuras y chirría por los cuatro costados. En primer lugar, el rey no es "igual ante la ley", ya que por definición no es imputable penalmente y su cargo no se elige democráticamente. No es él la persona adecuada para decir tal cosa. Después, al margen de su figura, los españoles sabemos que no hay igualdad jurídica y que los que disfrutan de dinero y poder son más iguales que otros. En segundo lugar, todos sabemos que el plebeyo Urdangarín gozó de impunidad hasta que el escándalo fue mayúsculo e inocultable y, en tercer lugar, una vez finalizada la transición, el papel de la corona no está claro en España ¿Para qué sirve la monarquía? Más deberes para el señor Spottorno. Le recomiendo al recién estrenado muñidor de La Zarzuela, un período de consultas con la reina Isabel de Inglaterra, verdadera experta en annus horribilis. Porque, de momento, esta operación no cuela. Además, las cuentas reales tendrían alguna credibilidad si estuvieran auditadas por la intervención del Estado. Es conocido lo que hacía el Gran Capitán con las cuentas de los Tercios Legionarios: "por picos, palas y azadones, cien millones...", decía el Gran Capitán a un atribulado Fernando, el católico. Y prevengo contra la extendida idea de confundir republicanismo con izquierdismo. Hay cada vez más republicanos que no son de izquierda. Otro punto para reflexionar: Tal como está el patio en España ¿por qué el presidente Rajoy ata la reputación de su recién estrenado gobierno a la suerte de la monarquía? El señor Tony Blair puede dar algunos consejos al respecto.

Y finalizo con la tercera operación. La ministra Ana Mato ha cambiado el chip de la cacareada "violencia machista" o "violencia de género" con la que nos machacaron durante ocho años las feministas radicales y trasnochadas del PSOE y aledaños, por una más light y neutra "violencia en el entorno familiar", a propósito del crimen de Roquetas del Mar. Esta operación de percepción pública tiene que luchar contra una tradición que se ha venido imponiendo a lo largo de las dos anteriores legislaturas. Ya le llovió a la ministra Mato la dictadura feminista radical por cometer un delito de incorrección política. Pecado mortal para este tipo de ideología de género...Sin embargo, admito que me gusta el cambio en el enfoque de este tema...

Remato con una pregunta: ¿no será demasiado aceite de ricino en tan poco tiempo? Sabemos que hay mucho que cambiar, pero ¿no será contraproducente abrir tantos frentes de batalla al mismo tiempo? Es cierto que los adversarios se retiran en desbandada...Pero la mayoría absoluta no es una patente de corso, señor Presidente.
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