22.3.12

El poder de la mirada



Por Ramón Maceiras López
Mirar a los otros es básico para calibrar y para establecer y mantener una corriente de contacto psicológico y humano con el auditorio o interlocutor. La mirada es tal vez la forma más sutil de lenguaje no verbal y su estudio ha atraído desde siempre a numerosos autores y a diversas disciplinas del conocimiento: comunicación, psicología, sociología y antropología.

¿Quién no ha padecido una de esas miradas que matan? En el lenguaje coloquial nos son familiares expresiones tales como “me miró con malos ojos” o “con buenos ojos”; “clavamos la vista en algo o alguien”. El aprendizaje social indica que la mirada baja se asocia a la modestia o la sumisión, que hay “miradas limpias” o “turbias” y que la mirada fija está asociada a la frialdad o la agresión.

Las miradas varían según el marco de referencia, la personalidad de los que miran o el tema de conversación. La sociedad pauta las miradas: es de mal gusto mirar fijamente a extraños en lugares públicos.

De tal forma que la mirada cumple funciones de primera magnitud en la comunicación y envía mensajes importantes para calibración del estado del interlocutor individual o colectivo. La mirada tiene también sus funciones, algunas de ellas compartidas con el lenguaje corporal en general.

Así, la mirada sirve para regular el flujo de comunicación, retroalimentar la comunicación, expresar emociones e indicar la naturaleza de la relación interpersonal.

La mirada regula el flujo de comunicación cuando se utiliza para indicar la disposición de abrir la comunicación o cerrarla. Un cambio en la dirección de la mirada cuando alguien se dirige a nosotros puede ser una manera de evitar que comience un acto de comunicación.

La mirada retroalimenta la comunicación. Si nuestro interlocutor nos mira mientras hablamos, lo podemos interpretar como un signo de interés o atención. Pero también sabemos que cuando la gente está procesando mensajes complicados aparta la mirada y mueve los ojos en distintas direcciones, buscando datos, asociando recuerdos, imágenes, sensaciones, sonidos, etc. Estos movimientos de los ojos nos dan mucha información sobre los sistemas de representación de las personas. Son los llamados accesos oculares, estudiados por la Programación Neurolingüística (PNL).

La mirada también expresa emociones. Paul Ekman, profesor de psicología de la Universidad de California ha detectado la participación de la mirada en la configuración de seis emociones: la sorpresa, el miedo, el disgusto, la colera, la felicidad y la tristeza.

La mirada indica la naturaleza de la relación interpersonal. Se ha observado en distintas culturas que, por lo general, hay menos contacto visual, tanto por parte de hombres como de mujeres, hacia interlocutores de estatus más bajo. Así mismo, tendemos a mirar más a las personas que nos gustan, aunque, en algunos casos miramos mucho a aquellos que no nos gustan.

La investigación experimental también ha detectado una tendencia a que las miradas prolongadas y recíprocas pueden ser un indicador de relación duradera o íntima entre las personas. Algunos investigadores, como Argyl y Dean, han propuesto un modelo interesante y práctico para medir la intimidad de las personas en función de la frecuencia de la mirada, la intimidad del momento y la cantidad de sonrisa.

También se ha detectado que en una relación entre personas caracterizada por el rechazo o la incompatibilidad se aprecia una disminución de la mirada. La hostilidad tiende a expresarse a través de la ignorancia visual, y mucho más cuando el destinatario de nuestra hostilidad es consciente de que lo ignoramos premeditadamente.

Una mirada fija puede emplearse para producir angustia. Se ha detectado en estudios experimentales que una mirada que dura más de diez segundos produce irritación y malestar. Los monos en los zoológicos han reaccionado con amenazas y gestos de agresión a miradas fijas y prolongadas en multitud de experimentos. La neurociencia ha comprobado experimentalmente que una persona que es mirada fija e insistentemente tiende a elevar su ritmo cardíaco.

En general, la gente tiende a mirar más a aquellas personas con quienes ha establecido buenas relaciones, que le caen simpáticas, o que han logrado captar su atención o interés. Buen dato éste para calibrar en una situación de comunicación persuasiva ¿Verdad?

1 comentario:

Unknown dijo...

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