Por Ramón Maceiras López
Un significativo hallazgo de la Neurociencia afecta totalmente la dinámica de la oratoria de influencia o persuasiva. Esta vez se trata de los sentimientos. Según Antonio Damasio:
Un significativo hallazgo de la Neurociencia afecta totalmente la dinámica de la oratoria de influencia o persuasiva. Esta vez se trata de los sentimientos. Según Antonio Damasio:
“(…)
Es posible que la esencia de un sentimiento no sea una cualidad
mental escurridiza ligada a un objeto, sino más bien la percepción
directa de un lenguaje específico: el del cuerpo”.
Los
sentimientos serían entonces una especie de sensores. Continúa
Damasio:
“Los
sentimientos, junto con las emociones de las que proceden, no son un
lujo. Sirven de guías internas, y nos ayudan a comunicar a los demás
señales que también pueden guiarles. Y los sentimientos no son
intangibles ni esquivos…son tan cognitivos como otras percepciones.
Son el resultado de una disposición fisiológica curiosísima, que
ha convertido el cerebro en la audiencia cautiva del cuerpo”.
A estas
alturas parece necesario que unifiquemos lenguaje y significados.
Hablemos primero de la emoción. Su etimología explica perfectamente
el significado. Emoción
significa literalmente “movimiento
hacia fuera”. De tal
forma que la esencia de la emoción estaría en el conjunto de
cambios en el estado corporal que son inducidos en multitud de
órganos del cuerpo por los terminales de las neuronas, bajo el
control de un sistema cerebral que está respondiendo al contenido de
pensamientos en relación a una entidad o acontecimientos
determinados. Los cambios que se producen en el estado del cuerpo
(color de la piel, postura corporal, expresión facial, etc) pueden
ser percibidos por un observador externo. Otros cambios son más
internos y sólo pueden ser captados por el poseedor del cuerpo en el
que se desarrollan.
En
resumen, una emoción es una
opinión expresada en
nuestro cuerpo sobre el impacto que nos produce una persona, un
animal, un vegetal, un paisaje, etc, o un acontecimiento determinado. En
términos más científicos, la
emoción es para Damasio:
“La
combinación de un proceso evaluador mental, simple o complejo, con
respuestas disposicionales a dicho proceso, la mayoría dirigidas
hacia el cuerpo propiamente dicho, que producen un estado corporal
emocional, pero también hacia el mismo cerebro (núcleos
neurotransmisores en el tallo cerebral) que producen cambios mentales
adicionales”.
La
diferencia entre emoción y sentimiento la explica Damasio de la
siguiente forma:
“A
medida que los cambios corporales tienen lugar, empezamos a darnos
cuenta de su existencia y podemos verificar su evolución continua.
Percibimos cambios en el estado de nuestro cuerpo y seguimos su
despliegue durante segundos y minutos. Este proceso de verificación
continua, esta experiencia de lo que nuestro cuerpo está haciendo
mientras los pensamientos sobre contenidos específicos siguen
pasando uno tras otro, es la esencia de lo que yo llamo un
sentimiento. Si una emoción es un conjunto de cambios en el estado
corporal conectados a determinadas imágenes mentales que han
activado un sistema cerebral específico, la esencia de sentir una
emoción es la experimentación de tales cambios en yuxtaposición a
las imágenes mentales que iniciaron el ciclo”.
En suma,
el sentimiento incluye una imagen del cuerpo en yuxtaposición a la
imagen de algo más, como la imagen visual de una cara, una melodía
o una imagen olfativa, gustativa, táctil, una frase que nos dispara
un episodio del pasado, etc.
La
diferenciación entre sentimiento y emoción no es ociosa, ya que
aunque algunos sentimientos están relacionados con las emociones,
otros no lo están. De tal suerte que todas las emociones generan
sentimientos si la mente está alerta, pero no todos los sentimientos
se originan en las emociones. De nuevo, Damasio nos ilustra sobre el
particular al clasificar los sentimientos como provenientes
de emociones universales básicas,
provenientes de emociones
universales sutiles y
sentimientos de fondo:
“La
primera variedad se basa en las emociones, de las que las más
universales son felicidad, tristeza, ira, miedo y asco, y
corresponden a perfiles de respuesta del estado corporal que en gran
parte están preorganizados…Cuando el cuerpo se adapta a los
perfiles de una de estas emociones nos sentimos felices, tristes,
airados, temerosos o asqueados. Cuando tenemos sentimientos
conectados con emociones, la atención se dirige sustancialmente a
las señales corporales, y partes del paisaje corporal pasan del
segundo término, del fondo, al primer plano de nuestra atención.
Una segunda variedad de sentimientos se basa en emociones que son
variaciones sutiles de las cinco mencionadas anteriormente: euforia y
éxtasis son variaciones de la felicidad; melancolía y nostalgia son
variaciones de la tristeza; pánico y timidez son variaciones del
miedo. Esta segunda variedad de sentimientos es modulada por la
experiencia, cuando matices más sutiles del estado cognitivo se
conectan a variaciones más sutiles del estado emocional del cuerpo.
Lo que nos permite experimentar matices de remordimiento, vergüenza,
Schadenfreude (alegría por la desgracia ajena), vindicación, etc”.
“Un
sentimiento de fondo, en cambio, corresponde al estado corporal
predominante entre emociones…El sentimiento de fondo es nuestra
imagen del paisaje del cuerpo cuando no se estremece de emoción…
Cuando los sentimientos de fondo son, de manera persistente, del
mismo tipo durante horas y día, y no cambian sosegadamente con el
flujo del contenido de los pensamientos, el conjunto de sentimientos
de fondo contribuye probablemente a un talante, bueno, malo o
indiferente”.
El cuerpo habla y mucho
Más
allá de los complejos mecanismos neuronales, químicos y biológicos
que intervienen en el desarrollo de las emociones, lo que nos
interesa a los efectos de la oratoria de influencia o persuasiva es que el
impacto emocional que vive alguien es percibible y medible por un
observador externo y por la misma persona que experimenta el estado,
ya que la emoción se manifiesta en alto grado a través del cuerpo.
De tal
manera que tenemos aquí una pista importantísima que le permite a
un orador conocer, previa observación, el impacto que está
produciendo en el estado de su auditorio individual o colectivo. Ese
estado del interlocutor se expresa a través del lenguaje no verbal,
el que tiene al cuerpo como vehículo de expresión. Lo que nos permite medir el
estado que estamos creando en los otros con nuestro mensaje
persuasivo es lo que se conoce como calibración.
Al mismo tiempo, el orador experimenta determinados estados en el
proceso de persuasión que debe ser capaz de detectar, analizar,
comprender y regular, teniendo como base también su propio cuerpo.
Esos estados tienen que ver con la congruencia
que exprese el orador. La congruencia del orador puede
ser decisiva en una estrategia de comunicación persuasiva.
La
neurociencia también nos aporta el hallazgo de que el cuerpo es
utilizado por la mente como referencia de base para interpretar el
mundo y el sentido de la subjetividad, de tal manera que pensamiento,
acción y emoción utilizan el cuerpo
como vara de medir. Entonces lo más aproximado a una visión global
del ser humano es la idea de que el cerebro humano y el resto del
cuerpo forman una unidad indisociable, que ese organismo único
interactúa con el ambiente en conjunto, de tal suerte que el
intercambio de información con el ambiente no es del cuerpo por sí
solo ni del cerebro por sí solo y que los fenómenos mentales sólo
pueden comprenderse en toda su magnitud asumiendo la interacción del
organismo todo con su ambiente.
De las
profundas implicaciones que tienen estos hallazgos en lo que se
refiere a la comprensión del ser humano, sólo extraeremos aquí las
implicaciones que tienen que ver con la oratoria: el
cuerpo humano también habla y mucho y puede expresar los contenidos
más profundos de la mente: hay que aprender a interpretar su lenguaje y a utilizarlo a
nuestro favor. La utilización práctica de este concepto la
desarrollaremos en el capítulo dedicado a la banda no verbal de la
comunicación. Anticipamos desde ya que también se
puede persuadir con el cuerpo,
como veremos cuando hablemos del acompasamiento
y la sintonía.
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