Por Ramón Maceiras López
Después de haber pasado media vida leyendo, analizando y practicando todo lo que merece la pena leer, analizar y poner en práctica sobre el arte de la palabra en occidente -desde Sócrates hasta hoy- , he condensado todo ese saber milenario en lo que yo llamo el “pack aristotélico”. Aunque incursioné también en la retórica oriental -que más que dice, sugiere, y procura que la mente vuele y se “ilumine”-, la experiencia me ha convencido de que este occidente consumista, individualista y materialista es, de momento, refractario a tales sutilezas del espíritu. No obstante, en los tiempos de cambio que vivimos nunca se puede decir “de esta agua no beberé”.
Después de haber pasado media vida leyendo, analizando y practicando todo lo que merece la pena leer, analizar y poner en práctica sobre el arte de la palabra en occidente -desde Sócrates hasta hoy- , he condensado todo ese saber milenario en lo que yo llamo el “pack aristotélico”. Aunque incursioné también en la retórica oriental -que más que dice, sugiere, y procura que la mente vuele y se “ilumine”-, la experiencia me ha convencido de que este occidente consumista, individualista y materialista es, de momento, refractario a tales sutilezas del espíritu. No obstante, en los tiempos de cambio que vivimos nunca se puede decir “de esta agua no beberé”.
El “pack aristotélico” es
contundente por su sencillez, elegancia, profundidad y sentido
práctico. Cuando se maneja con destreza, permite sacar conclusiones
inmediatas sobre la estrategia, posibilidades, calidad y perspectiva
de cualquier orador, sea cual sea la actividad a la que dedique el
arte de la palabra. Hoy lo uso con visión transdisciplinaria. La retórica es hoy mucho más que el arte de la palabra.
En su Retórica, Aristóteles recoge
las enseñanza de Sócrates, esparcidas magistralmente en los
Diálogos, de Platón, y resume todo el problema en tres conceptos:
ethos, pathos, logos. En un libro de próxima aparición me explayo
largamente sobre el asunto. Sin embargo, en esta nota lo explicaré
en términos actuales: credibilidad, puesta en escena y argumentos
son hoy el equivalente de ethos, pathos, logos. A esa conclusión he
llegado después de más de 1.500 horas como instructor de cursos de
oratoria en varios países y luego de haber formado a políticos,
empresarios, vendedores, sindicalistas y coachs, en las dos riberas
del Atlántico.
Leyendo sobre la señora Carmen Chacón,
quien viene de lanzar su candidatura a la secretaría general de
PSOE, una deformación profesional me llevó inmediatamente al “pack
aristotélico”, primer filtro -aunque no el único- que utilizo
para calibrar cualquier tipo de marketing, en este caso, electoral.
Ver, escuchar y sentir -percibir, en
fin-, son los otros filtros. Pero de eso hablaremos en otra nota. El
ethos trata de quién eres tú, tus características, tu experiencia,
experticia y atributos y, sobre todo, trata de cómo te perciben los
demás. El pathos nos dirige a los elementos dramáticos que te
rodean, tu puesta en escena, tu expresión corporal o no verbal, al
uso del espacio y al contexto global. El logos es simplemente y
llanamente tu argumentario, tus razones. Los tres elementos son uno.
Los tres están relacionados. Son los tres pilares de un mix de
marketing, electoral en este caso.
En el caso de la señora Chacón,
descubrí rápidamente que ha puesto el acento en el pathos. Ya que
en el argumentario -el logos- poco la diferencia del señor
Rubalcaba. Los dos se han empeñado después de la debacle electoral
del PSOE el 20-N en convencer a tirios y troyanos de que ellos son
muy de izquierda y que tenían serias diferencias con el presidente Zapatero en la conducción de la crisis económica. En esa
materia el señor Rubalcaba lleva ventaja. Tuvo toda una campaña
electoral para intentar -eso sí, inútilmente- distanciarse del
pasado gobierno. La señora Chacón nos filtra ahora, por boca de
periodistas amigos, que tuvo profundas diferencias con la
vicepresidenta económica, la señora Salgado, y nos dice que
atosigaba al antiguo inquilino de La Moncloa con escritos en los que
expresaba sus posiciones disidentes en política económica.
En cuanto al ethos, la señora Chacón
exhibe su condición de mujer, su feminismo y su juventud. Y alude a
una vaga, lejana y, probablemente difusa, relación de mentoría (“la
niña de Felipe”) por parte del mítico Felipe González, todo un
icono para los socialistas españoles. En esto último, sólo intenta
igualarse con Rubalcaba, ya que para nadie es un secreto la estrecha
relación entre este último con el ex presidente González. Por
razones obvias, la señora Chacón no puede llevar la disputa a un
cuerpo a cuerpo en el terreno del ethos con Rubalcaba. Y por eso se
centra en los aspectos que puede destacar: juventud y atractivo,
feminismo y un difuso aire renovador.
En el cálculo previo, la señora
Chacón ha analizado muy bien que sus posibilidades en la contienda
pasan hoy por centrarse en la puesta en escena, en el pathos. Uso del
espacio (Andalucía, lugar de su infancia y hogar de su abuela);
identidad española y multicultural (se quita de encima de una tacada
el estigma de ser muy catalana, al exhibir sus orígenes andaluces y
aragoneses y rompe uno de los argumentos en su contra de Rubalcaba);
exhibición de su personalidad emotiva, histriónica, frente a la
sobriedad profesoral de Rubalcaba; verbo inflamado, tono exultante,
voz quebrada en estudiados momentos emotivos. Es este el único
terreno en el que le lleva ventaja a Rubalcaba. Aunque también hay
que decir que esa puesta en escena, aunque funciona muy bien en la
efervescente Andalucía, puede ser contraproducente en las otras
Españas, donde como la señora Chacón dice muy bien, se habla y se
siente con “otros acentos”.
Por su parte, el señor Rubalcaba ha
escogido dar la batalla en el terreno del ethos. Toda su campaña se
basa en su persona, sus atributos, su experiencia, etc. Lo hizo
también en la campaña electoral contra Rajoy y perdió. A eso se le llama personalizar la campaña. Ya
analizamos esto en otra nota en este blog. Sin embargo, en la batalla
interna del PSOE esa estrategia puede ser más efectiva.
Podría tirar más del hilo. Pero
considero que esta breve exposición da una idea clara del potencial
analítico y práctico que tiene el “pack aristotélico”. En el
curso de oratoria que impartiremos en Zaragoza -de la mano de
Aracoach- en el próximo mes de febrero, profundizaremos en esta
eficaz y sencilla herramienta de trabajo. También comienza el cambio
en la teoría y la práctica de los cursos de oratoria en España.
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