17.1.18

Vacúnese contra la depresión


Por Ramón Maceiras López

Prevenirse contra la depresión es una de las mejores inversiones que se puede hacer hoy en la sociedad contemporánea. La vacunación debe renovarse periódicamente desde la infancia. Dirección y sentido de la vida, autoconfianza, motivación y conciencia del aquí y el ahora, son mejor receta que los psicofármacos.


En un informe sobre la depresión en el mundo, la Organización Mundial de la Salud decía lo siguiente:

"Se espera que los trastornos depresivos, en la actualidad responsables de la cuarta causa de muerte y discapacidad a escala mundial, ocupen el segundo lugar, después de las cardiopatías, en 2020". 


Y aquí van los datos de la OMS: 121 millones de personas padecen depresión; 37 millones, la enfermedad de Alzheimer; 50 millones, epilepsia, y 24 millones esquizofrenia.El problema se hace cada vez más grave, mientras los intereses sectoriales, científicos o empresariales, apelan cada uno al reduccionismo (biologicismo, psicologismo, sociologismo, etc.) y no se aborda el problema globalmente. 

Únicamente con una visión totalizadora (holística) es posible entender el desequilibrio neuroquímico (indiscutible en las depresiones) y al mismo tiempo la acción conjunta de la herencia, la historia, la vida actual, los conflictos, el contexto social y los estados del cuerpo. Reconocer los aspectos químicos de las depresiones no implica desconocer los psíquicos ni los socioeconómicos. Postular que las depresiones son solamente biológicas es científicamente falso y humanamente peligroso. 

En España y en el mundo las depresiones tienen que ver mucho con la situación económica, el desempleo, el divorcio, la pobreza, las dificultades de todo tipo y la crisis en los valores e ideales. Los deprimidos presentan una visión pesimista de sí mismos y del mundo, así como un sentimiento de impotencia y de fracaso. Hay pérdida de la capacidad de experimentar placer (intelectual, estético, alimentario o sexual). La existencia pierde sabor y sentido. Muchos hombres y mujeres deprimidos pasan inadvertidos porque en vez de silencioso abatimiento, muestran el ruido de la violencia, el consumo de drogas o la adicción al trabajo. Síntomas que, con un eufemismo, se califican como "irritabilidad". 

Es que la depresión no existe. Existen personas deprimidas. Con un amplio rango de humores y de expresiones afectivas: agobiados en busca de estímulo, ansiosos en busca de calma, insomnes en busca de sueño. El agobio se expresa en la temporalidad ("no tengo futuro"), en la motivación ("no tengo fuerzas") y en la propia estimación ("no valgo nada").

Se sienten abrumados por cierta desesperanza que les impide contar con la energía necesaria para formular nuevos proyectos y dejar de merodear, nostálgicamente, por las ruinas del pasado. Sin anticipación del futuro, no hay proyecto. La ilusión se doblega ante la nostalgia. El alcoholismo y las adicciones suelen ser la otra cara del vacío depresivo. A la falta de sensaciones del deprimido le responde la búsqueda de sensaciones del drogadicto. La depresión y el abuso de sustancias forman un círculo vicioso, pues son un intento de liberarse de la depresión y el daño que experimentan por ello la acentúa.

Para entender las depresiones y contrarrestarlas son capitales la autoconfianza, la motivación y la conciencia del aquí y el ahora. Son como un delta en el que desembocan la historia personal, las realizaciones, la trama de relaciones significativas, y también los proyectos individuales y colectivos que desde el futuro nutren al presente, y desde el presente crean el futuro
Prevenirse contra la depresión es una de las mejores inversiones que se puede hacer hoy en la sociedad contemporánea. La vacunación debe renovarse periódicamente desde la infancia. Dirección y sentido de la vida, autoconfianza, motivación y conciencia del aquí y el ahora, son mejor receta que los psicofármacos.

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