9.11.16

Renace el discurso populista y demagógico


Por Ramón Maceiras López
Que el discurso populista y demagógico gana elecciones quedó demostrado el 8 de noviembre de 2016. Donald Trump es políticamente incorrecto y desborda ampliamente los consejos de los expertos en comunicación política.  Trump ha perfeccionado su estilo a través de un largo contacto con los sensacionalistas y amarillista tabloides neoyorquinos y los platós de televisión. Trump, paradójicamente, se posicionó como un candidato antistablishment y colocó a Hillary Clinton como la candidata del sistema.

Trump emula el estilo de dos maestros de la demagogia política y la falta de escrúpulos a la hora de usar el lenguaje para manipular a las masas agobiadas por la crisis y el descreimiento: Hitler y Chávez.

Frente al iconoclasta Trump, Hillary siguió al pie de la letra los consejos de sus asesores, escogió bien sus palabras dentro de la corrección política. Es precisa y detallista en sus propuestas, habla como estadista responsable y respetuosa de los compromisos internacionales de Estados Unidos. Disponía de poco margen para la demagogia ya que está muy vinculada a la administración Obama, para bien y para mal. El legado de Obama pesó sobre las espaldas de Clinton, el “orador en jefe” de la Casa Blanca. De ahí que Obama haya compartido el peso de la campaña en las últimas semanas, frente a un arrollador Trump.

Habla para niños semianalfabetos

El discurso de Donald Trump tiene el tono de una conversación para niños, sin estructura ni puntuación, con frases cortas y un vocabulario comprensible para infantes. Permanentemente repite eslóganes: "es un movimiento", "levantemos el muro", "devolvamos su grandeza a Estados Unidos"...

El lenguaje es muy colorido, es fácil escucharlo, sumergirse en ese instante. Trabaja los tres sistemas representacionales: visual, auditivo y kisnestésico con profusión. Trump no da mítines, es el protagonista de un show televisivo. Hugo Chávez Frías abusó en Venezuela de este nuevo estilo de comunicarse con las masas semianalfabetas

Curiosamente esta técnica está sustentada en estudios científicos que demuestran que el americano medio tiene problemas para entender frases que contengan más de 14 palabras, o mantener su atención más allá de 9 segundos. Estudios extensibles más allá de Estados Unidos.

Exageraciones a granel

"Algo de hipérbole no hace daño jamás", escribió Trump en su libro El arte de la negociación, de 1987. Coincide con el gusto estadounidense por la exageración en el plano emocional y discursivo.

Como sabe que la gente es dramática, desde hace décadas la exageración es su constante, según Barbara Res, una de sus exempleadas. "Hace exageraciones tremendas, las hace todo el tiempo", dijo al diario The New York Times.

Ejemplo reciente de ello: cuando sostuvo que el presidente Barack Obama es uno de los "fundadores" del grupo yihadista Estado Islámico. Igual apego por la exageración, la dramatización y el paroxismo emocional practicaba Chávez en Venezuela.

Difundir el rumor

"Se dice que ...".  "Le pregunté a un amigo, ¿qué tal tu viaje a Francia? Me dijo que Francia ya no es Francia, ya no vamos a ir más. Y mucha gente dice lo mismo" (Donald Trump, 9 de agosto).

Trump apoya sus afirmaciones en fuentes vagas o en reportes publicados anónimamente en internet, lo que le permite hacer pasar el mensaje que quiere sin asumir la responsabilidad por ello. Es impreciso a conciencia.

"Créanme"

"Créanme, volverá a haber empleo, será realmente sencillo" (Donald Trump, 12 de agosto).
Desde la reindustrialización de Estados Unidos hasta la aniquilación del EI, las promesas de Trump están siempre condimentadas con un "créanme”. Chávez decía lo mismo abrazando un crucifijo en sus shows televisivos.

Insinuaciones

"Si ella llega a elegir jueces, no hay nada que ustedes puedan hacer. Aunque con la segunda enmienda ... puede ser, no lo sé" (Donald Trump, 9 de agosto). Muchas de sus declaraciones están incompletas o son ambiguas. En este caso, Trump sostuvo que si Hillary Clinton resulta elegida, nada podrá impedirle nombrar a los jueces de la Corte Suprema de Justicia, a menos, quizás, que los defensores de la segunda enmienda de la Constitución, referida al porte de armas, hagan algo ...

Tras ser acusado de apelar a la violencia, Trump denunció que sus declaraciones fueron manipuladas. Suele dejar el suficiente espacio vacío como para reinterpretar a posteriori las frases a su conveniencia.

"He visto al presidente y a veces sus palabras están OK, pero si se observa su lenguaje corporal, hay algo allí. Realmente hay algo allí y, por cierto, no siempre las palabras están OK" (Donald Trump, 18 de julio).

¿De qué acusa Trump a Obama? El candidato no lo dice, pero insinúa que el presidente no fue sincero cuando condenó el homicidio de tres agentes de policía en Baton Rouge.
Se trata de la misma técnica que utilizó cuando dio a entender que “quizás” Obama no nació en Estados Unidos o que “tal vez” es musulmán.

Omisión

"Iba a decir que Bush es un imbécil, pero no lo diré" (Donald Trump, 25 de enero).
Trump se regodea en decir algo, declarando al mismo tiempo que no quiere hacerlo. Utilizó mucho esta técnica en contra de sus rivales en las primarias republicanas.

Pero con respecto a Hillary Clinton es mucho más directo: la demócrata es una "crápula" y una "mentirosa", “a nasty person”.

El estilo Trump ha demostrado conectar con las masas estadounidenses y recoger los estados de ánimo y los humores más profundos de ese electorado,  bastante harto de la corrección política de los candidatos del stablishment y la frustración generada por Obama.


El estilo Trump funciona electoralmente, como le funcionó a Hitler en otra época turbulenta de Alemania, y a Chávez en plena crisis política y económica en Venezuela.  Estamos asistiendo al renacer de la peor y más peligrosa oratoria electoral de la Historia.

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