27.8.15

Un encuentro con la sombra (II)

O tú usas a la sombra o la sombra te usa a ti. Cuando entendemos completamente el alma humana descubrimos que es un lugar de ambigüedad, de contradicción, de paradoja. Toda la experiencia es el resultado del contraste: luz y sombra; placer y dolor; arriba y abajo; adelante y atrás...


Por Ramón Maceiras López
Necesitas las energías opuestas, necesitas que tus enemigos sean quien tú eres. El alma humana es a la vez divina y diabólica. En las tradiciones de sabiduría orientales tenemos lo mismo: el pecador y el santo son simples monedas de cambio. Por lo tanto, una vez que entiendes esto, lo primero que descubres es que tener sombra es normal. Si sólo tuvieras la verdad, la bondad, la armonía en el exterior y una completa ausencia del otro lado, no habría impulso creativo. Si sólo tuviéramos el impulso creativo, el universo se quemaría a si mismo en el calor mortal del cero absoluto. Si, por el otro lado, sólo tuviéramos el impulso de la inercia o de la destrucción, del lado de la entropía, entonces el universo rápidamente se colapsaría en un gran agujero negro.

Somos el microcosmos del macrocosmos. Eso significa que cada cualidad que vemos en otros existe en nosotros. Poseemos cada emoción o característica humana ya sea consciente o inconsciente. No hay nada que podamos ver o concebir que no seamos. Somos todo lo que consideramos bueno o lo que consideramos malo.


Cómo podríamos conocer el coraje si nunca conocimos el miedo; cómo podríamos conocer la felicidad si nunca conocimos la tristeza; cómo podríamos conocer la luz si nunca conocimos la oscuridad. Toda la vida se basa en este sistema de códigos de estos pares de opuestos.

Nuestra sombra siempre se está escondiendo de  misma. En lugar de confrontar nuestra propia oscuridad, proyectamos estas cualidades no deseadas en otros.

Cuando proyectamos nuestra propia sombra suena como esto: "ella es tan egocéntrica,  está tan llena de  misma". "Esta gente es idiota".  "¡Q perdedor!".
Temerosos de nuestra propia falta de valía y a la vez temerosos de nuestra propia falta de grandeza, inconscientemente proyectamos esas cualidades a otros, en lugar de en nosotros mismos. Lo que proyectamos son pedazos de nuestra oscuridad.




Una de las preguntas más frecuentes que nos hacen en los Talleres con la Sombra es cómo sabes que estás proyectando. Lexplicó muy bien el relevante filósofo Ken Wilber. Él dijo que si una persona o cosa en nuestro entorno nos informa, si recibimos lo que ocurre como una información, como un punto de interés, no estamos proyectando. Por otro lado, si nos afecta, si señalamos con el dedo, juzgando, si nos conectamos con ello, lo más probable es que seamos víctimas de nuestras propias proyecciones


Piensa en alguien de tu propia vida que te disguste, te moleste, o te repulse y piensa en las cualidades de ellos que más odias. Ahora imagina a esa persona frente a ti. Y quiero que las señales con el dedo y le digas: "¡eres un idiota!", o "¡eres un sabelotodo!", o "¡eres un egoísta"!. Sigue señalando y fíjate que uno de tus dedos lo señala a él, pero los otros tres dedos señalan hacia ti. Este es el fenómeno de la proyecciónEn lugar de reconocer las cualidades de ti que no te gustan, las proyectas en otros. Las proyectamos en nuestras madres, hijos, amigos, o incluso mejor aún en algunas figuras públicas que nunca conocimos. Belén Esteban es, en España, un ejemplo de proyección del inconsciente colectivo.

Si os pregunto a cada uno de vosotros que os gusta más de esta gente, cada uno dará una respuesta diferente. La gente que odias también representa algún aspecto de ti mismo que  no quieres. Date cuenta de lo que piensas o sientes cuando miras a esta gente...