Por Ramón Maceiras López
Los sistemas representacionales se pueden usar en múltiples combinaciones en la comunicación.. Podemos recordar a una persona por las cualidades de su voz y a partir de allí generar una imagen visual de ella. E inmediatamente sentir en nuestro cuerpo la opinión que tenemos sobre ella, las sensaciones que esa persona produce en nosotros.
Los sistemas representacionales se pueden usar en múltiples combinaciones en la comunicación.. Podemos recordar a una persona por las cualidades de su voz y a partir de allí generar una imagen visual de ella. E inmediatamente sentir en nuestro cuerpo la opinión que tenemos sobre ella, las sensaciones que esa persona produce en nosotros.
La
información se puede recuperar a través de un sentido y a partir de
allí representarla internamente a través de otro. La relación
inmediata e inconsciente entre sentidos es lo que se llama
sinestesia.
En la vida real hemos incorporado un sinnúmero de sinestesias de las
que no somos conscientes:
“Por
ejemplo, los colores se relacionan, normalmente, con estados de
ánimo: el rojo para la ira y el azul para la tranquilidad. De hecho,
tanto la presión arterial como el pulso aumentan un poco en un
ambiente predominantemente rojo, y disminuyen si hay predominio de
azul. Hay estudios que señalan que hay personas que sienten las
habitaciones azules más frías que las amarillas, incluso cuando son
en realidad un poco más cálidas”.
Seymour y O'Connor.
Otras
veces hablamos de sonidos
cálidos o de colores
fuertes.
Pero
también podemos hacer combinaciones de sistemas mediante el
solapamiento,
para acceder a pensamientos de los que no somos conscientes:
“Supongamos
que una persona tiene problemas para visualizar. Primero le podemos
pedir que vaya a un recuerdo cómodo y feliz, un día en el mar o
algo así. Invítela a que escuche el sonido del mar en su interior,
y el sonido de cualquier conversación que tuviera. Teniendo esto
presente, puede que realice un solapamiento para sentir el viento en
su cara, la calidez del sol en la piel y la arena entre sus pies. De
aquí a que vea la imagen visual de la arena bajo sus pies o el sol
en el cielo, sólo hay un paso. Esta técnica de solapar puede
recuperar un recuerdo en su totalidad: imágenes, sonidos y
sensaciones”. Seymour y O'Connor.
En este
punto, supongo que ya nos hacemos conscientes de la poderosa
herramienta que tenemos entre manos para acceder al mecanismo del
funcionamiento de la mente humana. A
partir de las palabras adecuadas podemos inducir que alguien vea,
escuche o sienta algo, lo relacione con sus experiencias pasadas o lo
proyecte hacia el futuro e, incluso, lo sienta como algo que ocurrió
aunque no fuera así.
Otro uso
útil de los sistemas representacionales en la oratoria 2.0 es la
traducción de
experiencias de un sistema a otro. La traducción de sistemas
representacionales se asemeja al cambio de una lengua por otra:
preservamos más o menos los significados pero cambiamos
los fonemas y grafemas del código lingüístico. En este caso
cambiamos la cualidad de las imágenes mentales.
De tal
manera que si a un orador no lo entienden la culpa es
absolutamente suya. Nos explicamos:
“Usted
puede ver un habitación muy desordenada, tener sentimientos
incómodos por ello y querer hacer algo. La visión de la misma
habitación puede haber dejado indiferentes los sentidos de un amigo
o de la persona que comparte su vida, y puede que esa persona se
sintiera perpleja al advertir que a usted le afectara tanto. Puede
que le etiquetara de supersensible porque no puede penetrar en el
mundo sensorial de usted. Podría entender los sentimientos de usted
si le dijera que se siente como si tuviera polvos picapica en su
cama. Traduciéndolo a sonidos, usted podría compararlo al desagrado
que se siente al escuchar un instrumento desafinado. Esta analogía
tocaría las cuerdas de cualquier músico; por lo menos estaría
hablando en su lenguaje”.
Seymour y O'connor.
Cuando
la gente no nos entiende y nos lo dice insistentemente, lo que está
sucediendo es eso: los predicados de nuestro sistema representacional
pueden llegar a ser una barrera en la comunicación. Estamos
obligados entonces a traducir.
Pero para traducir necesitamos saber en qué sistema se representa el
mundo el otro. Lo que hay que hacer en esos casos es traducir nuestra
forma de pensar a las imágenes que el otro pueda entender. Usted,
por supuesto, puede decidir siempre entre hacer ese esfuerzo o no
hacerlo. Esa será entonces la diferencia entre persuadir o no
persuadir. Entre comunicarse o no comunicarse. Entre ser un orador influyente o un charlatán.