12.3.12

No todo son palabras


Por Ramón Maceiras López
Siempre que exista relación humana, hay comunicación. La comunicación como proceso aparece en una conversación intrascendente, en el discurso persuasivo o influyente, en la educación, en la negociación, en las relaciones laborales, en la dirección ejecutiva, en la política, en el ámbito familiar. El hecho de que la comunicación implique al menos a dos personas, apunta a la bidireccionalidad o multidireccionalidad del proceso.

Cuando usted se comunica con una persona o un grupo de personas, recibe respuestas a su mensaje y, aunque no sea consciente de ello, reacciona frente a esas respuestas con pensamientos, sentimientos y reacciones corporales. Por supuesto, su mensaje también afecta todo el ser de su interlocutor individual o grupo de audiencia. El orador se comunica mediante palabras, cualidades vocales y con su expresión corporal. Incluso estando quieto, sin pronunciar palabra alguna, estamos enviando información que un observador entrenado puede descifrar. Muchas terapias se basan en interpretar cabalmente los mensajes no verbales del paciente mediante la calibración. Los negociadores experimentados conocen las múltiples interpretaciones que se le pueden dar a un o a un no: sí por convencimiento; sí por respeto o temor a la autoridad; sí, pero deformando la propuesta a la que se ha asentido a la hora de transmitirla a los demás; sí irónico, que va a ser violentado a la primera oportunidad; el sí por salir del paso; el no sin convicción que está esperando razones contundentes para pasarse al sí; el no por el no, sea cual sea la propuesta; el no provisional, que mañana puede ser sí, si conviene.

La primera pregunta que tiene que hacerse cualquier orador consciente de la complejidad del proceso comunicacional es cómo saber que el mensaje que emite es el mismo mensaje que reciben los demás. ¿Cómo saber que el significado que nosotros le damos a nuestras palabras será el mismo que le den los demás una vez que las perciban?

La experiencia ha probado que las mismas palabras tienen significados diferentes para personas distintas. Un comunicador experimentado sabe que no es tan importante lo que se dice, sino cómo se dice y quién lo dice. La comunicación es mucho más que palabras. Mehrabian y Ferris comprobaron en 1967 que en una presentación ante un auditorio el 55% del impacto proviene del lenguaje corporal, el 38% por el tono de voz y sólo el 7% por el contenido de la presentación. Esto es especialmente importante, si el mensaje es esencialmente emotivo.

El lenguaje corporal y el tono de voz tienen un impacto determinante en el proceso de comunicación y pueden incluso contradecir el contenido del mensaje. El cómo la decimos puede variar sustancialmente el significado de una palabra: el lenguaje corporal y el tono de voz pueden hacer que la palabra hola signifique un simple reconocimiento, una amenaza, una humillación o un agradable saludo. Ya mencionamos las múltiples posibilidades de interpretación que dan palabras aparentemente tan claras como y no.

Un Orador tiene que hacer consciente todo su repertorio no verbal y aprender a usarlo a los fines de su mensaje.

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