26.1.12

Obama, el maestro del storytelling



Por Ramón Maceiras López
El encantador de serpientes lo ha hecho de nuevo. El maestro del storytelling, el orador político más impactante desde Ronald Reagan y John Kennedy, se colocó de nuevo en el primer plano con el discurso sobre el Estado de la Unión del pasado 24 de enero. Barack Obama desarrolló una performance oratoria casi perfecta, unida esta vez a un acompañamiento paralelo en las redes sociales.

Desde Twitter sus frases se difundían al mismo tiempo que eran proferidas. El impacto fue múltiple, multicanal, pues. Y ahora rematará con una gira por cinco estados en los que tiene algún problema con el electorado.

De un plumazo, Obama puso en segundo plano a los aspirantes republicanos. Las mediciones de opinión hechas después del discurso muestran que el electorado americano lo prefiere como presidente por encima de cualquiera de los precandidatos republicanos. Si la situación económica no se tuerce, Obama tiene una buena probabilidad de mantenerse por otro período en la Casa Blanca.

¿Qué tiene Obama que hace la diferencia? Lo sigo profesionalmente desde su espectacular campaña electoral de 2008. Sus dotes como orador de influencia son impresionantes. Su dominio del escenario, su voz de barítono bien entrenada, el uso de los tiempos, el acompañamiento corporal, la variación de tonos, su puesta en escena y el magistral manejo del storytelling, lo han convertido en el mejor orador que existe hoy en la política mundial...Y por supuesto, un equipo de escritores de discursos de primera línea.

El storytelling consiste, para decirlo sumariamente, en una técnica discursiva que cuenta historias para ilustrar ideas abstractas y mover a la acción. La técnica es tan vieja como la Humanidad. Desde las cavernas, alrededor del fuego, los primeros homo sapiens con habla contaban ya las historias más atractivas y garantizaban la transmisión oral de la historia de la tribu. Las historias sufí, los cuentos zen, indios, las leyendas mesoamericanas, los cuentos de Andersen, etc, son la base del storytelling. La técnica se ha perfeccionado hoy como nunca y no es casual que sea en la tierra de Holywood donde se aplique mejor a la oratoria política la técnica del storytelling. Obama reduce a lo fundamental las ideas abstractas y pone ejemplos. En el discurso del pasado 24 de enero contó historias de la segunda guerra mundial, de sus abuelos, habló de trabajadores de carne y hueso que lograron reengancharse con cursos de formación. Y el gran golpe de efecto fue tener allí, a su lado, a la secretaria del multimillonario Warren Buffett para ejemplificar su plan de subirle los impuestos a los más ricos...La regla Buffett.

Las frases son cortas y contundentes, casi diseñadas para que puedan difundirse dentro del límite de los 140 caracteres de un tuit. El lenguaje es digerible para cualquiera. Huye de los términos técnicos y de las frases abstrusas y largas. El ritmo del discurso es variable. Deja que las ideas caigan, espera un tiempo...Sigue con otra...De pronto, acelera. No hay monotonía ni discursos planos. A eso se suma una excelente memoria y uno de esos teleprompter apenas visibles que existen hoy.

Como orador político, Obama es hoy insuperable. Sin embargo, empieza a sufrir ya el desgaste en su credibilidad. Los tres elementos del pack aristotélico van juntos y se retroalimentan entre ellos: ethos, pathos, logos. La argumentación de Obama sigue siendo impecable (logos); la puesta en escena, de primera (pathos); pero empieza a chirriar en la credibilidad (ethos). Ese es el efecto de crear grandes expectativas, ilusionar a las mayorías y después concretar poco. Una cosa es predicar y otra dar trigo.

Obama es un ejemplo de que el arte de la oratoria es cada vez más exigente. Para mantenerse en la Casa Blanca tendrá que renovar su credibilidad. No basta hoy con desarrollar buenas performances oratorias, la credibilidad es hoy un puntal básico de la oratoria de influencia, tanto si usted aspira a la Casa Blanca, como si se dirige a sus empleados, a un grupo de alumnos, o a los vecinos de su barrio.

No hay comentarios: