29.11.11

La era del periodismo 2.0


Comienzo con la presente nota una serie de reflexiones sobre el oficio de periodista y el futuro del periodismo en la era digital. El periodismo 2.0, pues.

Por Ramón Maceiras López
La irrupción de las nuevas tecnologías ha tenido un impacto profundo en el mundo de la información y la comunicación. El negocio periodístico ha sido torpedeado en su línea de flotación. La profesión de periodista ha sufrido un cambio trascendental en su relación con la sociedad. La prensa de papel languidece a pasos agigantados. Las cifras de circulación de la prensa de papel, el consumo de la radio clásica, caen en picado. Sólo se mantiene la televisión, pero la tendencia es que los jóvenes abandonan la "caja tonta" en masa y dirigen su atención a internet y las redes sociales. La tele está quedando como juguete pasivo de los mayores de 45 años en el mundo desarrollado.

El estatus y la labor de los periodistas cambian a pasos exponenciales y en el gremio sólo se escuchan nostálgicos lamentos corporativos por los viejos tiempos, maldiciones por la irrupción del periodismo ciudadano y atrincheramiento con las posiciones de los editores y los dueños de medios. La disputa entre información gratuita e información de pago se inclina, de momento, a favor de la primera. Periodistas y dueños de medios claman al cielo:  ¡Maldito internet!

Los periodistas fueron durante casi dos siglos intermediarios privilegiados entre los ciudadanos y el poder. En la medida en que los medios de comunicación fueron ganando influencia en las sociedades democráticas, los periodistas fueron incrementando su estatus social, y su labor de "intermediarios" o "interpretadores" de los acontecimientos consolidó una profesión y una función social. Todo eso empezó a cambiar hace más o menos dos décadas. En un primer momento, el papel de los medios fue cuestionado por cada vez más ciudadanos. El periodismo serio empezó a dejar paso al show bussiness. En segundo lugar, la irrupción de las nuevas tecnologías en general, y de las redes sociales, en los últimos años, ha roto el monopolio de medios y periodistas como intermediarios sociales.

Las redes sociales dieron cauce al "periodismo ciudadano". Desde las comunidades en red, los ciudadanos montaron su propia agenda setting. El coste marginal cero de crear un blog, una cuenta en Twitter, Tuenti, Facebook, Flick diversos foros sociales y múltiple inventos, facilitó un cauce creativo en el que la necesidad de intermediarios profesionales desapareció por arte de magia. Como en el cuento, alguien gritó que el rey estaba desnudo y las mayorías vieron la luz y pusieron manos a la obra. Hay miles de bloggers y twitteros en todo el mundo que tienen más visitas diarias que la circulación conjunta de toda la prensa de papel de un país.

Cundió el pánico en la prensa de papel y en los diversos medios. Y se lanzaron a internet con la ceguera que los caracteriza: a tratar de reproducir en la red lo mismo que hacían en los medios tradicionales. Por supuesto, tal apuesta no ha funcionado.

La sociedad pide transparencia, acceso directo a las fuentes, compartir la información, horizontalidad en el tú a tú y, de momento, se inclina por la gratuidad. El monopolio de los intermediarios profesionales de la información se ha roto y, todo parece indicar, que para siempre. Los ciudadanos construyen su propia información al margen de los medios tradicionales. Pasan del principio de jerarquización de los intermediarios en cuanto a qué es importante y qué no lo es. En los medios digitales se comentan las noticias, se amplían, se hacen comentarios sarcásticos y se engorda la información. Construir una noticia se ha convertido en un trabajo con valor añadido social, participativo, igualitario y transparente. Los esclerotizados gabinetes de comunicación del establishment no se dan abasto. Sus intentos de manipulación y sus iniciativas de marketing se estrellan contra unos usuarios de redes sociales que se lo montan a su gusto. Los usuarios deciden qué es importante, cuándo, cómo y dónde. Y deciden a quién siguen y a quién no. Articulistas y tertulianos tarifados ven peligrar su hegemonía y se enfrentan a la indiferencia o al insulto abierto en las redes sociales: ¡Maldito internet, hay que controlarlo!

Las agencias de publicidad y las centrales de medios han seguido el proceso con atención. Las cifras de circulación e impacto que se difundían no eran creíbles. De nuevo, el rey estaba desnudo. Hoy se puede saber cuál es el verdadero alcance e impacto de un anuncio en internet gracias a la tecnología. La publicidad se está dirigiendo abiertamente hacia internet. En España, la inversión publicitaria en la red ya supera a la de la radio y se acerca al punto de cruce con la prensa de papel. En internet no hay engaño. Se cobra por tráfico real, por clicks en anuncios y, en algunos casos, por venta real. La influencia está pasando de unas manos a otras. El viejo modelo de negocio basado en la publicidad y en el cobro de la información hace aguas por todas partes.

Los consumidores de información y opinión se han dado cuenta del poder que tienen y lo ejercen sin melindres. Y esto apenas está empezando. La profesión de periodista y el modelo de negocio de los medios tradicionales se enfrentan a una encrucijada. El cambio ya comenzó en los medios...Seguiremos escribiendo sobre el tema.

Ramón Maceiras López es periodista profesional desde hace 27 años. Ha sido redactor, jefe de información, jefe de redacción, subdirector, director y asesor editorial de medios impresos, agencias de noticias en radio y gabinetes de comunicación en España y Venezuela. Actualmente se dedica a la consultoría en comunicación y a la gestión del cambio.

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